29 diciembre 2019

ALEXANDER AFANASIEV, MOROZKITO, MOROZKO O EL REY DEL FRÍO


ALEXANDER AFANASIEV
Alexandr Nikoláyevich Afanásiev fue un importante folklorista ruso nacido en Voronez, en 1826.
Estudió Derecho en la Universidad de Moscú, pero se dedicó a la literatura y el periodismo.
Hizo estudios sobre las tradiciones populares rusas y, siguiendo el ejemplo de los hermanos Grimm, recogió en las aldeas, de  labios de ancianas campesinas, muchas leyendas, fábulas y cuentos.
Una de los cuentos de Afanasiev más famosos es el de Morozkito, Morozko, el Rey del Frío.

MOROZKO O EL REY DEL FRÍO
Érase que se era un viejo que vivía con su mujer, también anciana, y con sus tres hijas, la mayor de las cuales era hijastra de aquélla. Como sucede casi siempre, la madrastra no dejaba nunca en paz a la pobre muchacha y la regañaba constantemente por cualquier pretexto.
-¡Qué perezosa y sucia eres! ¿Dónde pusiste la escoba? ¿Qué has hecho de la badila? ¡Qué sucio está este suelo!
Y, sin embargo, Marfutka podía servir muy bien de modelo, pues, además de linda, era muy trabajadora y modesta. Se levantaba al amanecer, iba en busca de leña y de agua, encendía la lumbre, barría, daba de comer al ganado y se esforzaba en agradar a su madrastra, soportando pacientemente cuantos reproches, siempre injustos, le hacía. Sólo cuando ya no podía más se sentaba en un rincón, donde se consolaba llorando.
Sus hermanas, con el ejemplo que recibían de su madre, le dirigían frecuentes insultos y la mortificaban grandemente; acostumbraban a levantarse tarde, se lavaban con el agua que Marfutka había preparado para sí y se secaban con su toalla limpia. Después de haber comido es cuando solían ponerse a trabajar.
El viejo se compadecía de su hija mayor, pero no sabía cómo intervenir en su favor, pues su mujer, que era la que mandaba en aquella casa, no le permitía nunca dar su opinión.
Las hijas fueron creciendo, llegaron a la edad de buscarles marido, y los ancianos calculaban el modo de casarlas lo mejor posible. El padre deseaba que las tres tuviesen acierto en la elección; pero la madre sólo pensaba en sus dos hijas y no en la hijastra. Un día se le ocurrió una idea perversa, y dijo a su marido:
-Oye, viejo, ya es hora de que casemos a Marfutka, pues pienso que mientras ella no se case tal vez suceda que las niñas pierdan un buen partido; así es que nos tenemos que deshacer de ella casándola lo antes posible.
-¡Bien! -dijo el marido, echándose sobre la estufa.
Entonces la vieja continuó:
-Yo ya le tengo elegido un novio; así es que mañana te levantarás al amanecer, engancharás el caballo al trineo y partirás con Marfutka; pero no te diré dónde debes ir hasta que llegue el momento de marchar.
Luego, dirigiéndose a su hijastra, le habló así:
-Y tú, hijita querida, meterás todas tus cosas en tu baulito y te vestirás con tus mejores galas, pues tienes que acompañar a tu padre a una visita.
Al día siguiente Marfutka se levantó al amanecer, se lavó cuidadosamente, recitó sus oraciones, saludó al padre y a la madre, puso lo poco que tenía en el pequeño baúl y se engalanó con su mejor vestido. Resultaba una novia hermosísima.
El viejo, cuando hubo enganchado el caballo al trineo, lo puso ante la puerta de la cabaña y dijo:
-Ya está todo listo; y tú, Marfutka, ¿estás también preparada?
-Sí, estoy pronta, padre mío.
-Bien -dijo la madrastra-; ahora es preciso que coman.
El anciano padre, lleno de asombro, pensó: «¿Por qué se sentirá hoy tan generosa la vieja?»
Cuando terminaba la colación, dijo la esposa al asombrado viejo y a su hijastra:
-Te he desposado, Marfutka, con Morozko, el Rey del Frío. No es un novio joven ni apuesto, pero es, en cambio, riquísimo, y ¿qué más puedes desear? Con el tiempo llegarás a quererlo.
El anciano dejó caer la cuchara, que aún tenía en la mano, y con los ojos llenos de espanto miró suplicante a su mujer.
-Por Dios, mujer -lo dijo-. ¿Perdiste el juicio?
-No sirve ya que protestes; ¡está decidido, y basta! ¿No es acaso un novio rico? Pues entonces, ¿de qué quejarse? Todos los abetos, pinos y abedules los tiene cubiertos de plata. No tendrán que andar mucho; irán directamente hasta la primera bifurcación del camino, luego tirarán hacia la derecha, entrarán en el bosque, y cuando hayan corrido unas cuantas leguas verán un pino altísimo y allí quedará depositada Marfutka. Fíjate bien en el sitio que te digo para no olvidarlo, pues mañana volverás para hacerle una visita a la recién casada. ¡Ánimo, pues! Es preciso que no pierdan tiempo.
Era un invierno crudísimo el de aquel año; cubrían la tierra enormes montones de nieve helada y los pájaros caían muertos de frío cuando intentaban volar. El desesperado viejo abandonó el banco en que estaba sentado, acomodó en el trineo el equipaje de su hija, mandando a ésta que se abrigara bien con la pelliza, y al fin se pusieron los dos en camino.
Cuando llegaron al bosque se internaron en él. Era un bosque frondoso, y tan espeso que parecía infranqueable. Al llegar bajo el altísimo pino hicieron alto, y el viejo dijo a su hija:
-Baja, hija mía.
Marfutka lo obedeció y su padre descargó del trineo el baulito, que puso al pie del árbol. Hizo que su hija se sentara sobre él y dijo:
-Espera aquí a tu prometido y acógelo cariñosamente.
Se despidieron y el padre volvió a tomar el camino de su casa.
La pobre niña, al quedar sola al pie del altísimo pino, sentada sobre su baúl, sintió gran tristeza. Al poco rato empezó a tiritar, pues hacía un frío intensísimo que la iba invadiendo poco a poco. De pronto oyó allá a lo lejos a Morozko, el Rey del Frío, que hacía gemir al bosque saltando de un abeto a otro. Por fin llegó hasta el pino altísimo, y al descubrir a Marfutka le dijo:
-Doncellita, ¿tienes frío? ¿Tienes frío, hermosa?
-No, no tengo frío, abuelito Morozkito, Morozko -contestó la infeliz muchacha, mientras daba diente con diente.
El Rey del Frío fue descendiendo, haciendo gemir al pino más y más, y ya muy cerca de Marfutka volvió a preguntarle:
-Doncellita, ¿tienes frío? ¿Tienes frío, hermosa?
Y la pobrecita niña no le pudo responder porque ya empezaba a quedarse helada.


Entonces el rey sintió gran compasión por ella y la arropó bien con abrigos de pieles y le prodigó mil caricias. Luego le regaló un cofrecillo en el que había mil prendas lujosas y de valor, un capote forrado de raso y muchísimas piedras preciosas.
-Me conmoviste, niña, con tu docilidad y paciencia.
La perversa madrastra se levantó con el alba y se puso a freír buñuelos para celebrar la muerte de Marfutka.
-Ahora -dijo a su marido- vete a felicitar a los recién casados.
El viejo, pacientemente, enganchó el caballo al trineo y se marchó. Cuando llegó al pie del pino no daba crédito a sus ojos: Marfutka estaba sentada sobre el baúl, como la dejó la víspera, sólo que muy contenta y abrigada con un precioso abrigo de pieles; adornaba sus orejas con magníficos pendientes y a su lado se veía un soberbio cofre de plata repujada.
Cargó el viejo todo este tesoro en el trineo, hizo subir en él a su hija y, sentándose a su vez, arreó al caballo camino de su cabaña.
Mientras tanto, la vieja, que seguía su tarea de freír buñuelos, sintió que el Perrillo ladraba debajo del banco:
-¡Guau! ¡Guau! Marfutka viene cargada de tesoros.
Se incomodó la vieja al oírlo, y la rabia le hizo coger un leño, que tiró al can.
-¡Mientes, maldito! El viejo trae solamente los huesecitos de Marfutka.
Al fin se sintió llegar al trineo y la vieja se apresuró a salir a la puerta. Quedó asombrada. Marfutka venía más hermosa que nunca, sentada junto a su padre y ataviada ricamente. Junto a sí traía el cofre de plata que encerraba los regalos del Rey del Frío.
La madrastra disimuló su rabia, acogiendo con muestras de alegría y cariño a la muchacha, y la invitó a entrar en la cabaña, haciéndola sentar en el sitio de honor, debajo de las imágenes.
Sus dos hermanas sintieron gran envidia al ver los ricos presentes que le había hecho el Rey del Frío, y pidieron a su madre que las llevara al bosque para hacer una visita a tan espléndido señor.
-También nos regalará a nosotras -dijeron-, pues somos tan hermosas o más que Marfutka.
A la siguiente mañana la madre dio de comer a sus hijas, hizo que se vistieran con sus mejores vestidos y preparó todas las cosas necesarias para el viaje. Se despidieron ellas de su madre y, acompañadas del viejo, partieron hacia el mismo sitio donde quedara la víspera su hermana mayor. Y allí, bajo el pino altísimo, las dejó su padre.
Sentáronse las dos jóvenes una junto a otra, decididas a esperar y entretenidas en calcular las enormes riquezas del Rey del Frío. Llevaban bonísimos abrigos; pero, no obstante, empezaron a sentir mucho frío.
-¿Dónde se habrá metido ese rey? -dijo una de ellas-. Si continuamos así mucho rato llegaremos a helarnos.
-¿Y qué vamos a hacer? -dijo la otra-. ¿Te figuras tú que novios del rango del Rey del Frío se apresuran por ir a ver a sus prometidas? Y a propósito: ¿a quién crees tú que elegirá, a ti o a mí?
-Desde luego creo que a mí, porque soy la mayor.
-No, te engañas; me escogerá a mí.
-¡Serás tonta!
Se enzarzaron de palabras y concluyeron por reñir seriamente. Y riñeron, riñeron, hasta que de repente oyeron al Rey del Frío, que hacía gemir al bosque saltando de un abeto a otro.
Enmudecieron las jóvenes y sintieron al fin sobre el pino altísimo a su presunto prometido, que les decía:
-Doncellitas, doncellitas, ¿tienen frío? ¿Tienen frío, hermosas?
-¡Oh, sí, abuelo! Sentimos demasiado frío. ¡Un frío enorme! Esperándote, casi nos hemos quedado heladas. ¿Dónde te metiste para no llegar hasta ahora?
Descendió un tanto el Rey del Frío, haciendo gemir más y más al pino, y volvió a preguntarles:
-Doncellitas, doncellitas, ¿tienen frío? ¿tienen frío, hermosas?
-¡Vete allá, viejo estúpido! Nos tienes medio heladas y todavía nos preguntas si tenemos frío. ¡Vaya! ¡Mira que venir encima con burlas! Danos de una vez los regalos o nos marcharemos inmediatamente de aquí.
Bajó entonces el Rey del Frío hasta el mismo suelo e insistió en la pregunta:
-Doncellitas, doncellitas. ¿Tienen frío? ¿Tienen frío, hermosas?
Sintieron tal ira las hijas de la vieja, que ni siquiera se dignaron contestarle, y entonces el rey Morozko sintió también enojo y las aventó de tal modo que las jóvenes quedaron yertas en la misma actitud violenta que tenían; y todavía el Rey del Frío esparció sobre ellas gran cantidad de escarcha, alejándose por fin del bosque, saltando de un abeto a otro y haciendo gemir las ramas de los árboles bajo su agudo soplo...


Al día siguiente dijo la mujer a su esposo:
-¡Anda, hombre! Engancha de una vez el trineo, pon gran cantidad de heno y lleva contigo la mejor manta, pues con seguridad que mis hijitas tendrán mucho frío. ¿No ves el tiempo que está haciendo? ¡Anda! ¡Ve de prisa!
El anciano hizo todo lo que le decía su mujer y marchó en busca de las hijas. Al llegar al sitio del bosque donde quedaron las doncellas levantó las manos al cielo con gesto desesperado y lleno de estupor; sus dos hijas estaban muertas, sentadas al pie del altísimo pino. Fue preciso levantarlas para depositarlas en el trineo y dirigirse a casa.
Entretanto la vieja preparaba una comida suculenta para regalar a sus hijas; pero el Perrito ladró esta vez de nuevo bajo el banco de este modo:
-¡Guau! ¡Guau! Viene el viejo, pero sólo trae los huesecitos de tus hijas.
La mujer, encolerizada, le tiró un leño.
-¡Mientes, maldito! El viejo viene con nuestras hijas y traen además el trineo cargado de tesoros.
Por fin llegó el anciano, y salió la esposa a recibirle; pero quedó como petrificada: sus dos hijas venían yertas tendidas sobre el trineo.
-¿Qué hiciste, viejo idiota? -le dijo-. ¿Qué hiciste con mis hijas, con nuestras niñas adoradas? ¿Es que quieres que te golpee con el hurgón?
-¡Qué quieres que le hagamos, mujer! -contestó el viejo con desesperado acento-. Todos hemos tenido la culpa: ellas, las infelices, por haber sentido envidia y deseo de riquezas; tú, por no haberlas disuadido, y yo he pecado siempre dejándote hacer cuanto te vino en gana. Ahora ya no tiene remedio.

Se desesperó y lloró la mujer con lágrimas de amargura y se rebeló contra el marido; pero el tiempo mitigó penas y rencores y al final hicieron las paces. Y desde entonces fue menos despiadada con Marfutka, la que pasado algún tiempo se casó con un buen mozo, bailando los dos ancianos el día del desposorio.
FIN




Las ilustraciones que aparecen en esta entrada dedicada al cuento Moruzkito Morozko, el Rey del Frío recogido por Alexander Afanasiev pertenecen a  la escritora  y dibujante estadounidense Ruth Sanderson.




DED MOROZ Y SNEGÚROCHKA
Ded Moroz o su diminutivo Dedushka Moroz es el equivalente ruso de Papá Noel, con origen en las leyendas tradicionales  eslavas orientales y tiene su morada en la ciudad de Veliky Ustiug.

La traducción literal del nombre ruso es Abuelo  del Frío, con variaciones como Abuelo del Hielo o de la Escarcha o Abuelo de las Nieves, entre otras.

Tradicionalmente, Ded Moroz aparece acompañado de su nieta Snegúrochka, la Doncella de las Nieves.



28 diciembre 2019

ARTHUR RIMBAUD, MAÑANA


ARTHUR RIMBAUD

Arthur Rimbaud es uno de los máximos representantes del Simbolismo, nació en Charleville, Francia, el 20 de octubre de 1854.

Con una gran precocidad intelectual, empezó a trabajar en su prosa a los ocho años y en poesía a los diez.
A los diecisiete años escribió El barco ebrio y lo envió a Paul Verlaine, quien lo invitó a trasladarse a París impresionado  por la originalidad del poema. 


La amistad entre Verlaine y Rimbaud pronto se convirtió en una relación inestable y tormentosa.
Viajaron por Inglaterra y Bélgica y, en este país, Verlaine intentó matarlo en dos ocasiones debido a las infidelidades de su amigo. En el segundo intento, Rimbaud resultó herido de gravedad y a Verlaine lo encarcelaron.

Al salir del hospital Rimbaud se dedicó al comercio en África, es decir, que a los diecinueve años deja de escribir, cambiando su vida literaria por una vida aventurera.


En 1891 regresó a Francia para ser tratado de un tumor en la rodilla, a consecuencia del cual murió en el hospital de Marsella el 10 noviembre del mismo año.


LIBROS PUBLICADOS



Una temporada en el infierno, 1873



Iluminaciones, 1886


De Una temporada en el Infierno, Paul Claudel dijo “Es la obra de un místico en estado salvaje”. 

Luego de Una temporada en el infierno e Iluminaciones, recopiladas por Verlaine, Rimbaud entró definitivamente en la categoría de los mitos.


MAÑANA

¿No tuve alguna vez una juventud amable, heroica, fabulosa, digna de ser escrita en hojas de oro? — ¡demasiadas posibilidades! ¿Debido a qué crimen, debido a qué error, merecí mi actual debilidad? Vosotros que pretendéis que los animales lanzan sollozos de dolor, que los enfermos desesperan, que los muertos tienen pesadillas, tratad de relatar mi caída y mi sueño. Tampoco yo puedo explicarme mejor que mi mendigo con sus continuos Pater y Ave María. ¡Ya no sé hablar!

Sin embargo, hoy, creo haber terminado la narración de mi infierno. Era sin duda el infierno; el antiguo, aquel cuyas puertas abrió el hijo del hombre.


En el mismo desierto, en la misma noche, siempre mis ojos cansados despiertan con la estrella de plata, siempre, sin que se conmuevan los Reyes de la vida, los tres magos, el corazón, el alma, el espíritu. ¡Cuándo iremos, más allá de las playas y los montes, a saludar el nacimiento del trabajo nuevo, la sabiduría nueva, la huida de los tiranos y de los demonios, el fin de la superstición, a adorar —¡los primeros!— ¡la Navidad sobre la tierra!


¡El canto de los cielos, la marcha de los pueblos! Esclavos, no maldigamos la vida.



Arthur Rimbaud, Una temporada en el infierno



MATIN

N'eus-je pas une fois une jeunesse aimable, héroïque, fabuleuse, à écrire sur des feuilles d'or, - trop de chance!
Par quel crime, par quelle erreur, ai-je mérité ma faiblesse actuelle? Vous qui prétendez que des bêtes poussent des sanglots de chagrin, que des malades désespèrent, que des morts rêvent mal, tâchez de raconter ma chute et mon sommeil. Moi, je ne puis pas plus m'expliquer que le mendiant avec ses continuels Pater et Ave Maria. Je ne sais plus parler!



Pourtant, aujourd'hui, je crois avoir fini la relation de mon enfer. C'était bien l'enfer; l'ancien, celui dont le fils de l'homme ouvrit les portes.

Du même désert, à la même nuit, toujours mes yeux las se réveillent à l'étoile d'argent, toujours, sans que s'émeuvent les Rois de la vie, les trois mages, le coeur l'âme, l'esprit. Quand irons-nous, par delà les grèves et les monts, saluer la naissance du travail nouveau, la sagesse nouvelle, la fuite des tyrans et des démons, la fin de la superstition, adorer - les premiers! - Noël sur la terre!

Le chant des cieux, la marche des peuples! Esclaves, ne maudissons pas la vie.


Arthur Rimbaud, Une Saison en Enfer





27 diciembre 2019

L. FRANK BAUM, LA VIDA Y AVENTURAS DE SANTA CLAUS


L. FRANK BAUM
Lyman Frank Baum es un narrador norteamericano nacido en Chittenango, Nueva York, y dedicado al periodismo desde 1880.
Tuvo gran éxito popular con su obra Father Goose y con una serie de libros sobre la fantástica tierra de Oz, entre ellos El mago de Oz.

LA VIDA Y AVENTURAS DE SANTA CLAUS

En 1902 el autor de El Mago de Oz, L. Frank Baum, escribió La vida y aventuras de Santa Claus.
Es una narración para niños ilustrada por la dibujante Mary Cowles Clark.
Dividido en tres partes: Juventud, Madurez y Senectud, las páginas de este libro nos sumergirán en un mundo mágico y asombroso, unas páginas de las que además se ha dicho en repetidas ocasiones que evocan anticipadamente a Tolkien.
Este libro ayudó a popularizar al personaje de Santa Claus. 
La obra de Frank Baum relata la vida de Santa Claus desde la infancia hasta la vejez para finalmente convertirse en la figura que todos conocemos. 
Cuenta la historia de cómo Claus se ganó la inmortalidad, al igual que su título de santo.
El escritor nos ofrece una "biografía" de Santa Claus escrita con gran maestría, utilizando un lenguaje sencillo pero exquisito, en la que se respeta cada uno de los aspectos que la tradición navideña ha traído hasta nuestros días: ¿cómo se las arregla Santa para llegar a tiempo a todos los hogares del mundo?, ¿de dónde viene la costumbre de colgar los calcetines en la chimenea?, ¿qué significa el árbol de Navidad?
Claus, un bebé humano, es acogido y criado por la ninfa Necile, pariente de las hadas y de buen número de seres inmortales que habitan en el bosque de Burzee. 

En la obra de L. Frank Baum, Santa Claus corre muchas aventuras como las que cuentan su amistad con las ninfas de madera y su encuentro con los malvados duendes llamados Awgwas. 

También conoceremos a los Knooks, los Ryls, los gnomos, los demonios del viento y otros muchos seres fantásticos.



Todas las tradiciones de la vida de Santa Claus que han llegado hasta nosotros a través del tiempo están recogidas en la narración de L. Frank Baum: los renos, el árbol de Navidad, la invención del juguete, su casa y taller, el motivo de poner los calcetines para recibir los regalos...




25 diciembre 2019

E.T.A. HOFFMANN: EL CASCANUECES


ERNEST THEODOR AMADEUS HOFFMANN
Es un escritor, jurista, pintor, cantante tenor y compositor alemán, que participó activamente en el movimiento romántico de la literatura alemana.

Hoffmann es mucho más conocido como escritor, siendo una figura de gran influencia en grandes escritores posteriores como Edgar Allan Poe y Théophile Gautier. 

Sus obras de ficción, de horror y de suspense, que combinan lo grotesco y lo sobrenatural con un poderoso realismo psicológico, se encuentran entre las mejores y más influyentes del movimiento romántico.

El Cascanueces y el rey de los ratones es un cuento infantil escrito por E.T.A. Hoffmann en el que se nos muestran dos mundos.
Por un lado, el real que corresponde al mundo confortable de la familia acomodada de la niña protagonista y, por el otro, el mundo imaginario, el de los juguetes en guerra con el Rey Ratón, el de Dulcilandia formado por seres de azúcar y castillos de mazapán.

La casa de María por Roberto Innocenti

El Cascanueces es como sueño mágico, el eterno deseo de no perder la infancia o de recuperarla si fuera posible, es siempre una buena alternativa para disfrutar en Navidad.



Ilustración para El cascanueces de Strelkina Nadezhda



ARGUMENTO
La historia comienza con el cumpleaños de María. 
Hay muchos invitados a la fiesta, entre ellos el padrino Drosselmeyer, quien le regala a María un muñeco: Cascanueces. 

María y el Cascanueces por Roberto Innocenti

Por la noche, María se va a dormir y vive con su muñeco una aventura fascinante. Cascanueces cobra vida lo mismo que el resto de los juguetes.

El armario de María por Roberto Innocenti 

Entre todo ello, los ratones con su rey al mando los atacan  y se enfrentarán con ellos en una gran batalla. 
María y el Cascanueces viajarán después, de un modo mágico, al país de los dulces donde se encontrarán con el hada de los dulces.
También viajarán con el hada de las flores, hasta que lleguen finalmente al castillo del Cascanueces donde le propondrá a María que gobierne todo el mundo mágico.




SI TE APETECE LEER EL CASCANUESCES Y EL REY DE LOS RATONES DE HOFFMANN, AQUÍ PUEDES HACERLO:  


http://arescronida.files.wordpress.com/2010/12/cascanueces.pdf




EL CASACANUECES DE TCHAIKOVSKI
Tchaikovski puso música a la adaptación de Alejandro Dumas, padre, del cuento El cascanueces y el rey de los ratones de Hoffmann.
El ballet El cascanueces es uno de los ballets más vistosos por su escenografía, vestuario y caracterizaciones.

Además, su música refleja las influencias de otras culturas: china, española, árabe, rusa... 
Por estas razones la obra resulta muy variada y agradable. 

En la actualidad, El cascanueces es el ballet más popular en Navidades.
Muchas compañías a nivel mundial lo mantienen en su repertorio, al igual que innumerables escuelas de danza y academias lo ponen en escena cada final de año.

Y ya que la historia transcurre en las visperas navideñas, con el paso de los años se ha vuelto una costumbre su reestreno en la semana de Navidad. 
En los países occidentales El cascanueces se ha convertido quizá en el más popular de todos los ballets, principalmente representado en Navidad.



SI QUIERES VER EL BALLET COMPLETO DEL CASCANUECES, AQUÍ LO TIENES: