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03 enero 2020

LONGFELLOW: LOS TRES REYES MAGOS


HENRY WADSWORTH LONGFELLOW
Henry Wadsworth Longfellow fue un educador, traductor y poeta estadounidense nacido en Portland, Maine, cuyas obras fueron muy apreciadas en su época y aún goza de fama en la actualidad.

Es uno de los cinco autores llamados The Fireside Poets o poetas del hogar norteamericanos.  Este grupo estaba formado por Longfellow,  Bryant,  Whittier,  Lowell, Ralph Waldo Emerson y  Holmes Sr.

En sus obras, Longfellow ensalza la vida familiar y del hogar y las tradiciones populares.

Casa de Lonfellow en Portland

Viajó por Europa y visitó en Inglaterra a Dickens y en España coincidió en Madrid con Washington Irving su compañero y colega.
En este viaje aprendió español, portugués, francés, italiano y alemán.
Dedicó gran parte de su vida a la enseñanza como profesor de Lenguas Modernas en el Bowdoin College,donde había estudiado de joven, y en la universidad de Harvard, y al final se dedicó exclusivamente a escribir.
Se casó en dos ocasiones y sus esposas murieron de forma prematura y trágica, lo que hizo que, incapaz de concentrarse para crear, abandonase durante un tiempo la composición y se dedicara a la traducción.
Es el primer traductor norteamericano de La Divina comedia de Dante. 
También tradujo las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique.

Sus obras fueron inmensamente populares mientras él vivía y aún lo son hoy ya que es uno de los creadores del la mitología y el espíritu americanos. 

Su poesía está basada en temas cotidianos y sencillos con un léxico simple, claro además de un lenguaje fluido.

LONGFELLOW Y LA NAVIDAD

Henry Longfellow es muy conocido por un famoso poema de tema navideño titulado Escuché las campanas de la Navidad que fue posteriormente musicado y es hoy uno de los villancicos más famosos.

Otro poema relacionado con la navidad es el titulado Los tres Reyes Magos que narra la visita de Melchor, Gaspar y Baltasar al Niño Jesús en Belén.
A continuación puedes leerlo en su traducción al español.


LOS TRES REYES MAGOS

Tres reyes llegaron cabalgando desde muy lejos
Melchor, Gaspar y Baltasar;
tres hombres sabios de Oriente eran ellos.
Y viajaban por la noche y dormían por el día.
Más su guía era una preciosa, maravillosa estrella.


La estrella era tan preciosa, grande y clara
que todas las otras estrellas del cielo
se convirtieron e una niebla blanca en la atmósfera
y por esto supieron que la llegada estaba cerca
del príncipe predicho en la profecía.



Tres cofres llevaban en los arcos de sus sillas.
Tres cofres de oro con llaves doradas.
Sus vestiduras eran de seda carmesí con hileras
de campanas y granadas y bordados,
sus turbantes como almendros en flor.

Y así los Tres Reyes cabalgaron al oeste
A través de la oscuridad de la noche, sobre montes y valles
y a veces cabeceaban con la barba sobre el pecho.
y a veces hablaban, cuando paraban para descansar
con la gente que encontraban en algún pozo del camino.


“De el niño que ha nacido” dijo Baltasar
“Buena gente, os ruego decidnos las noticias;
a nosotros que en Oriente hemos visto su estrella
y hemos cabalgado rápido y hemos cabalgado lejos
para encontrar y adorar al rey de los judíos”.

Y la gente respondió “Preguntas en vano,
no conocemos otro rey que Herodes el Grande”.
Pensaban que los sabios eran hombres locos
ya que espolearon a sus caballos por el llano,
como jinetes con prisa que no podían esperar.



Y cuando ellos llegaron a Jerusalem,
Herodes el Grande, que había oído esto,
envió a por los sabios y les preguntaron.
Dijeron “Descenderemos hasta Belén,
y traeremos noticias del nuevo rey”.

Así que cabalgaron lejos, y la estrella se detuvo.
La única en el gris de la mañana.
Sí, paró, se detuvo por su propia voluntad
justo sobre la colina de Belén,
la ciudad de David, donde nació Cristo.



Y los Tres Reyes cabalgaron a través de la puerta y la guardia,
a través de las calles silenciosas, hasta que sus caballos se volvieron
y relincharon cuando entraron en el gran patio de la posada.
Pero las ventanas estaban cerradas y las puertas atrancadas
y solo una luz ardía en el establo.


Y la cuna en el heno perfumado.
en el aire dulce hecho por el aliento de la vaca.
El crío en el pesebre yacía.
El niño, que sería rey algún día,
de un reino no humano sino divino.


Su madre, María de Nazareth,
Se sentó mirando desde al lado su lugar de descanso.
Mirando el flujo regular de su respiración.
El gozo de la vida y el terror de la muerte
estaban mezclados en su pecho.

Pusieron sus ofrendas a sus pies.
El oro, fue su tributo para un rey.
El incienso, con su olor dulce,
era para el sacerdote, el paráclito.
La mirra para el enterramiento del cuerpo.



Y la madre se preguntaba e inclinaba su cabeza
y se quedó tan quieta como una estatua de piedra.
Su corazón se turbó aún confortado,
recordando lo que el ángel había dicho
de un reinado sin fin y del trono de David.

Entonces los reyes salieron fuera de la puerta de la ciudad
cabalgando con un ruido de cascos en orden orgulloso
pero no volvieron con Herodes el Grande
porque sabían de su malicia y su odio temido.
Y regresaron a sus hogares por otro camino.


 Henry Wadsworth Longfellow

 La adoración de los Magos por Gentile da Fabriano 1423

16 diciembre 2019

LONGFELLOW: CAMPANAS DE NAVIDAD





HENRY WADSWORTH LONGFELLOW

El poema Campanas de navidad fue compuesto el 25 de diciembre de 1863  por el poeta estadounidense Henry Wadsworth Longfellow que había enviudado recientemente y se encontraba muy triste al recibir a noticia de  que su hijo, un joven teniente del ejército de la Unión, había resultado herido.

Luego el poema fue transformado en un villancico por John Baptiste Calkin quien le suprimió las estrofas centrales relativas a la guerra y le añadió la música.

CAMPANAS DE NAVIDAD

Escuché el son de las campanas en la Navidad,
que tocaban los villancicos que tanto amaba;
y las palabras se repetían:
"En la tierra paz y buena voluntad para con los hombres".

Y yo pensé, llegado este día,
cómo los campanarios de toda cristiandad
habían repicado sin cesar
este canto de:
"En la tierra paz y buena voluntad para con los hombres".

Y así, repicando, cantando,
el mundo giraba de noche a día,
una voz, un repique,
un canto sublime de:
"En la tierra paz y buena voluntad para con los hombres".


Pero luego, lanzando sus malditos proyectiles,
los cañones tronaron en el Sur,
y con su estruendo
silenciaron los villancicos de:
"En la tierra paz y buena voluntad para con los hombres".

Era como si un terremoto hubiera desgarrado
los hogares de un continente,
dejando en desamparo
a quienes habían nacido confiando:
"En la tierra paz y buena voluntad para con los hombres".

En mi desesperanza incliné la cabeza;
"No hay paz en la tierra", pensé;
"El odio es fuerte
y hace burla de la canción de:
"En la tierra paz y buena voluntad para con los hombres".

Entonces retumbaron las campanas con más fuerza y profundidad:
"¡Dios no está muerto; ni duerme Él!
El Mal fracasará,
El Derecho prevalecerá,
"Con Paz en la tierra y buena voluntad para con los hombres."

CHRISTMAS BELLS

I heard the bells on Christmas day
Their old familiar carols play,
And wild and sweet 

The words repeat
Of peace on earth, good will to men.

And thought how, as the day had come,
The belfries of all Christendom
Had rolled along 
The unbroken song
Of peace on earth, good will to men.

Till ringing, singing on its way
The world revolved from night to day,
A voice, a chime, a
A chant sublime
Of peace on earth, good will to men.

Then from each black, accursed mouth
The cannon thundered in the South,
And with the sound 
The carols drowned
Of peace on earth, good will to men.

It was as if an earthquake rent
The hearth-stones of a continent,
And made forlorn, 
The households born
Of peace on earth, good will to men.

And in despair I bowed my head
“There is no peace on earth,” I said,
“For hate is strong 
And mocks the song
Of peace on earth, good will to men.”

Then pealed the bells more loud and deep:
“God is not dead, nor doth He sleep;
The wrong shall fail, 
The right prevail
With peace on earth, good will to men.”


DOS VERSIONES DEL POEMA
En este vídeo puedes escuchar a la pequeña Isabella de tres años recitar este famoso poema de Longfellow:



O, si lo prefieres, aquí tienes otra versión del poema, cantada por Frank Sinatra: