LUISA DE MEDRANO
Luisa de Medrano, conocida también como Lucía de Medrano, fue una literata, poeta y pensadora española que creció como tantas otras al amparo de la reina Isabel la Católica a finales del siglo XV y principios del XVI.
Luisa de Medrano nació en 1484 en la villa de Atienza que actualmente pertenece a Guadalajara.
Hija de una familia noble, su abuelo, apoyó a la reina Isabel contra Enrique IV y fue alcaide del castillo de Atienza.
Sus padres tuvieron nueve hijos, uno de los cuales, Luis, se se dice que fue también catedrático y rector de la Universidad de Salamanca. Hay teorías que afirman que, tal vez, ese Luis de Medrano se refiere a ella con su nombre masculinizado.
Su padre y su abuelo murieron luchando en Granada. Se cree que la reina Isabel la Católica, se hizo cargo de su viuda y de la educación de su hijos en agradecimiento por su valor y lealtad.
Los primogénitos -conocidos como los Bravo de Laguna- fueron heredando el cargo de alcaides de Atienza.
LUISA MEDRANO, PRIMERA MUJER PROFESORA DE UNIVERSIDAD Y CATEDRÁTICA
Luisa de Medrano fue contemporánea de otras mujeres cultas de su época como Beatriz Galindo "La Latina", Beatriz de Bobadilla, Beatriz de Silva, María Pacheco, Mencía de Mendoza, Leonor del Río, Luisa Sigea de Velasco, Juana I de Castilla y Catalina de Aragón.
Luisa fue nombrada dama de la reina Isabel, primero, y después de la reina Juana durante su estancia en Tordesillas.
Luisa se trasladó a Salamanca y destacó en la universidad, en un campo tradicionalmente reservado a los varones. Hay que recordar que hasta 1822 no se permitió la matrícula de mujeres.
El nombre completo de la catedrática era el de Luisa de Medrano de Bravo de Lagunas de Cienfuegos.
Luisa de Medrano es junto a otras destacadas figuras como Beatriz Galindo, la Latina, una de las llamadas Docta Puellae que en la España de finales del XV y principios del XVI damas de la corte dedicadas a los estudios de las lenguas y de la cultura clásica que el Humanismo y el Renacimiento habían recuperado.
En el curso 1508-1509, a la edad de 24 años, llegó a impartir clases en la Universidad de Salamanca en sustitución de Antonio de Nebrija, siendo probablemente la primera mujer profesora de Universidad del mundo.
Luisa de Medrano fue profesora de Humanidades y Derecho antes de obtener la cátedra de Gramática de la Universidad en 1513.
En la actualidad, el Salón de Claustros de la USAL está dedicada a su recuerdo y se ha creado el Premio Internacional Luisa de Medrano a la igualdad de género.
En 1935, la alemana Thérèse Oettel publicó Una catedrática en el siglo de Isabel la Católica: Lucía de Medrano, obra que aún sigue siendo de referencia.
En la introducción, Thérèse Oettel afirma que recorrió los principales archivos de la Península para recopilar indicios que demostrasen la veracidad de lo que había leído en una obra de Otto Corvin:
"que ya en el siglo XVI algunas damas aristocráticas habían tenido cátedras en España; por ejemplo, Lucía (sic) de Medrano, en Salamanca."
Luisa de Medrano muere prematuramente en Salamanca, alrededor de los treinta o cuarenta años de edad.
Quizá por esta razón su obra poética y filosófica, al igual que la obra académica que realizó la catedrática, no se conservan y es difícil encontrar una reproducción fidedigna de su figura más allá de un retrato en tabla que se cita entre los archivos de la biblioteca de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, sin que sea conocido su autor.
LUCIO MARINEO SÍCULO, CARTA EN ELOGIO A LUISA DE MEDRANO
Lucio Marineo Sículo, humanista e historiador siciliano, que conoció a Luisa de Medrano en la universidad de Salamanca de la que era profesor, dejó escrita en 1514 una muestra de su admiración por la sabiduría de esta mujer en su Opus Epistolarum (Valladolid, 1514)
"La fama de tu elocuencia me hizo conocer tu gran saber de estudios antes de haberte visto nunca. Ahora, después de verte, me resulta aún más sabia y más bella de lo que pude imaginar, joven cultísima. Y después de oírte me ha causado gran admiración tu saber y tu ornada oratoria, sobre todo tratándose de una mujer llena de gracia y belleza, y en plena juventud. He aquí a una jovencita de bellísimo rostro que aventaja a todos los españoles en el dominio de la lengua romana. ¡Oh felices padres que engendraron tal hija! Debes mucho, clarísima niña, a Dios omnipotente y bondadoso por tu inteligencia. Mucho debes agradecer a tus padres que no te dedicaron a los oficios comunes entre las mujeres, ni a los trabajos corporales, en sí tan ingratos por su caducidad, sino que a los estudios liberales te consagraron, que son elevados y de eterna duración. Y te deben ellos a ti no poco, que su esperanza y ambición con tu constancia y gran estudio superaste. Te debe España entera mucho, pues con las glorias de tu nombre y de tu erudición la ilustras. Yo también, niña dignísima, te soy deudor de algo que nunca te sabré pagar. Puesto que a las Musas, ni a las Sibilas, no envidio; ni a los Vates, ni a las Pitonisas. Ahora ya me es fácil creer lo que antes dudaba, que fueron muy elocuentes las hijas de Lelio y Hortensio, en Roma; las de Stesícoro, en Sicilia, y otras mujeres más. Ahora es cuando me he convencido de que a las mujeres, Natura no negó ingenio, pues en nuestro tiempo, a través de ti, puede ser comprobado, que en las letras y elocuencia has levantado bien alta la cabeza por encima de los hombres, que eres en España la única niña y tierna joven que trabajas con diligencia y aplicación no la lana sino el libro, no el huso sino la pluma, ni la aguja sino el estilo. Adiós, y si en algo quieres utilizar mis servicios, estoy plenamente a tu disposición. Otra vez adiós, con el ruego de que a través de alguna carta de tu salud y de tu vida me hagas saber."