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09 septiembre 2018

FRANCISCO CORRALES FERNÁNDEZ, LA LITERATURA O LA VIDA

FRANCISCO CORRALES FERNÁNDEZ 
Francisco Corrales Fernández de la Puebla es un escritor, articulista, cuentista, novelista y crítico literario nacido en Arganda del Rey en Madrid en 1966. 

Es licenciado en Filología Hispánica,  profesor de Enseñanza Secundaria y corredor de maratones.

Sus artículos, críticas y reseñas aparecen en diferentes revistas literarias como CalamarHilos de Araña o la Revista del Colegio de doctores y licenciados de la Universidad Complutense

Ha preparado en Castalia ediciones didácticas de teatro breve de autores como Unamuno, Baroja, Azorín, Álvarez Quintero, Valle-Inclán, Benavente, Arniches, Gómez de la Serna… y dos piezas juveniles de Alonso de Santos.

Es autor de un manual ebook Hagamos teatro que busca servir de guía y estímulo a quienes tienen la aspiración de montar una obra teatral, pero ignoran cómo afrontar las múltiples dificultades del proyecto.

Reside actualmente en Gijón donde es profesor de Lengua Castellana y Literatura.

Ha ganado diferentes premios de cuentos, relatos y de novela corta. 
Entre ellos el Premio de Novela Corta Salvador García Aguilar por su obra Hagan juego y el Premio Internacional de Novela Corta La Esfera con La felicidad de la polilla.


La felicidad de la polilla es una novela escrita con una prosa irónica, con tintes de humor, que nos hace reflexionar sobre algo tan abstracto y poco tangible como es la felicidad. 


Si quieres conocer un poco más a este escritor, aquí puedes leer un texto suyo:

LA LITERATURA O LA VIDA
Una mañana cualquiera de mi adolescencia abrí un libro de Octavio Paz y le oí decir que eso del amor era un invento tardío de la poesía cortesana, desconocido por completo fuera de la cultura occidental. A su juicio, el amor vivía en la Literatura y se alimentaba de personajes, en cambio las personas de carne y hueso se resignaban a compartir destinos más o menos penosos, mientras jugaban a Romeos y Julietas. En ese periodo tan febril y dogmático de la existencia, tan caro a las sutilezas y a los matices irónicos, mi sentencia fue inapelable. Octavio Paz era un intelectual decrépito, un cadáver exquisito, un senil roedor de biblioteca, además de un resentido, un solterón cenobita y un misógino gilipollas (probablemente entonces sólo me vino a la cabeza el último insulto). Tras el desahogo, decidí desterrarlo de mi biblioteca. Estaba clarísimo que ese infeliz jamás había dado su primer beso ni había pasado una madrugada en blanco pensando en ella ni había sentido el aleteo de las mariposas de azúcar revoloteando sobre su corazón. Obviamente ignoraba que la vida iba por delante de una Literatura cuya misión consistía en levantar acta notarial de un sentimiento universal y eterno.

Una tarde cualquiera, diez años después, abrí un libro de Kafka y le oí decir algo similar. Por aquel entonces el hombre demoraba su noviazgo con la sacrificada Felice Bauer sin atreverse a confesarle que no la amaba. Tan persuadido estaba de que las servidumbres del matrimonio le impedirían experimentar el sentimiento del amor, que finalmente la dejó. Poco después iniciaba una relación epistolar con otra mujer, Milena, y fue con ella, acaso porque se veía obligado a soñarla si quería verla, con quien descubrió lo que su prometida no supo mostrarle. La proximidad física banalizaba a Felice, en cambio, la distancia transformaba a Milena en diosa. Nos podemos imaginar a los novios, rutinarios, paseando por las calles de Praga después de almorzar, él, taciturno y apático, ella destilando un leve aroma a coliflor, explicándole que le dolían los pies con esos zapatos de aguja, que la verdura le hinchaba la barriga o que el salmón era su color predilecto para las cortinas de su futura alcoba, ¿te parece, cariño? Por fin, en la soledad de su cuarto, el novio se olvidaría de la novia para derramarse sobre la otra en apasionados mensajes de tinta: Ah, Milena, “Escribir cartas significa desnudarse ante los fantasmas, que lo esperan ávidamente. Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas.” Y luego liberaba su dolor por correspondencia: “No puedes amarme, por más que lo quieras; desdichadamente amas al amor que sientes hacía mí, pero el amor que sientes hacía mí no te ama.” Deslumbrado ante sus razones, comencé a matizar la postura de mi yo adolescente. El amor no era un invento de la Literatura, por supuesto, pero quizá ésta no se limitaba sólo a dar fe de su existencia. Quizá la persona experimentaba un amor tangible y su personaje se refugiaba en otro etéreo; de ese modo uno podía adentrarse en ambos mundos, carne y alma, recogiendo de uno lo que le faltaba del otro. Cerré ese libro, pero no lo desterré de mi biblioteca.


Una noche cualquiera, diez años después, (ya iban veinte) abrí un libro de Marina Tsvietáieva y le oí idéntico argumento. En sus conmovedoras cartas decía que el amor vivía en las palabras y moría en las acciones. La mujer estaba casada, tenía dos hijos, rutina marital, pero su personaje se había resarcido clandestinamente enamorándose de Rilke mediante una profunda y perfecta relación literaria. Por carta apretaba sus manos sin manos, lo besaba sin labios, porque ella no vivía en su boca, pues “cuando se ama a una persona se desea siempre que se vaya para poder soñarla”. A la tercera fue la vencida. Me convenció. Adiós resabios adolescentes. Estaba claro que el amor vivía en la Literatura, sí, y se desarrollaba en sus personajes. Entonces indulté a Octavio Paz y coloqué su libro junto al de Kafka y al de Marina, en mi mesilla de noche para que me iluminaran antes de dormirme.


No obstante, notaba como si se me escapara algo; una teoría demasiado redonda, demasiado sublime, demasiado aséptica. ¿De verdad la Literatura crea el sentimiento? ¿De verdad un verso vale más que una persona? ¿De verdad un beso soñado gana en perfección a uno regalado? Pues no estaba tan claro. Así que, antes de sancionar la tesis, escarbé un poco en sus biografías en busca de luz. Y la encontré, vaya si la encontré. Sorpresa. Resulta que además de escribir, los tres se reservaron un tiempo nada desdeñable para vivir esa vida tan banal que ridiculizaban en sus obras. Octavio Paz, antes de abandonar a su suerte a Helena Garro, despechado por su infidelidad con Adolfo Bioy Casares, perdió la cabeza por ella y reclamó entre lloros ese amor cuya existencia negaba, tan chulo, en sus versos. Entre carta y carta Kafka se desvivió y sufrió no por culpa de un sueño, sino por culpa de Felice, Yuly y Dora, las mujeres de pies encallecidos y barrigas hinchadas a las que recurría en sus momentos de angustia. El desgarro definitivo que condujo a Marina al suicidio no lo provocó su amor literario a Rilke, sino la condena a muerte de su marido y el encarcelamiento de su hija durante las purgas de Stalin. Y comprendí, que más allá de la Literatura, es la vida la que nos convierte en persona. El poeta, como decía Pessoa, sólo es un fingidor de penas y alegrías, un empleado a sueldo que trabaja a ratos puliendo y engastando palabras. Y cuando guarda el papel, sale a la calle y se pone a sentir con el peso de todas sus vísceras.


Hoy respeto a esos tres grandes escritores. Su Literatura está a la izquierda de mi cama. Me gusta hojearla, pero no cambio a ninguno por la mujer de carne y hueso que duerme a mi lado derecho. Ellos tampoco lo hubieran hecho, creo.


Francisco Corrales Fernández


30 enero 2016

PHILIP GLASS Y FRANZ KAFKA


PHILIP GLASS

Philip Glass famoso compositor estadounidense nacido en Baltimore en 1937.
Está considerado como uno de los compositores más influyentes de finales del siglo XX.
Aparte de componer en la tradición clásica occidental, su música tiene lazos con el rock, la música ambiental, la música electrónica y la música del mundo. folk, étnica, tradicional e indígena.
En 1967 formó el Philip Glass Ensemble en Nueva York. Desde entonces se ha convertido en una de las figuras más prominentes de la música contemporánea, famoso por el desarrollo de un estilo de música basada en estructuras repetitivas. 
En la actualidad da conferencias, talleres y actuaciones  en solitario alrededor del mundo, sigue apareciendo frecuentemente con el Philip Glass Ensemble y ha hecho colaboraciones con figuras como David Bowie, Allen Ginsberg, Woody Allen, Paul Simon, Yo-Yo Ma, Doris Lessing y Twyla Tharp.

PHILIP GLASS Y FRANZ KAFKA












Plilip Glass se ha acercado en distintas ocasiones a musicar la obra de Franz Kafka.
Philip Glass compone, en 1988, para orquestas sinfónicas y también música para piano, como el ciclo de cinco movimientos titulado Metamorfosis, basado en la música para una adaptación teatral de La metamorfosis de Franz Kafka.




Philip Glass estrenó con gran éxito, en Londres, en el 2015, The Trial, una ópera basada en El proceso de Kafka.

El proceso es la segunda ópera 'de bolsillo' de Philip Glass basada en un texto de Franz Kafka, y su primera obra creada específicamente para el Music Theatre Wales, en la celebración del 25 cumpleaños de la compañía. 
Con su anterior obra sobre Kafka, En la colonia penitenciaria, el Music Theatre Wales dio un tour en el 2010 con todas las localidades agotadas. 

En la colonia penitenciaria es una ópera de cámara en un acto de Philip Glass, con libreto de Rudy Wurlitzer.




Esta obra ha cumplido con el concepto de ópera 'de bolsillo', como Glass mismo la denominara, compuesta de tal manera para alcanzar la sensibilidad de las audiencias en forma más directa, y para facilitar las representaciones, debido a no requerir de mayores esfuerzos interpretativos.

El dramaturgo y guionista Christopher Hampton colabora con Philip Glass en esta adaptación de uno de los grandes clásicos de la literatura del siglo XX.


EL MINIMALISMO

En cuanto al movimiento minimalista, en el que empezó su carrera musical, el compositor ha declarado que, aunque para él y todos los de su generación en su momento esa corriente alcanzó un gran auge, se trata de un tipo de música que actualmente no compondría.

El minimalismo, un tipo de música considerada muy estadounidense, se basa en estructuras repetitivas y comenzó a difundirse en los años 70. 
Glass ha insistido en que la esencia está ahí, en lo sencillo, pero que ahora ve las cosas desde otra perspectiva.
Se ha descrito a sí mismo como un clasicista, un compositor que hace música con estructuras repetitivas, alejándose de la etiqueta de minimalista.




















28 enero 2016

RÉAL GODBOUT, AMERIKA


RÉAL GODBOUT
Réal Godbout es un escritor y dibujante de cómics canadiense nacido en Montreal en 1951.
Es un artista autodidacta que pronto llega a ser uno de los dibujantes de cómic más importantes  de su generación en Quebec.
Es uno de los principales  arquitectos del éxito de la revista Croc en los años 70 y 80 del siglo XX.

AMERIKA EL DESAPARECIDO DE RÉAL GODBOUT

Réal Godbout publica en el 2013, en la editorial La Pastèque, la novela gráfica L’Amérique ou Le Disparu, en español, Amérika o El desaparecido, basada en la novela de Franz Kafka, Amerika.
Su adaptación de la novela de Kafka le llevó siete años y ha procurado ser lo más fiel posible a la obra original.
A pesar de la fama de Kafka, no es una obra siniestra u oscura, ya que Amerika es una de sus obras más esperanzadas.
El dibujo de  Godbout tiene una estética de línea clara que se adapta bien al tema tratado, una historia dinámica y colorista con un toque de humor absurdo.
El propio dibujante relaciona más al joven protagonista que busca abrirse paso en un nuevo mundo con personajes como el Charlot de Charles Chaplin y su humor o con el cómic de  Tintín en América del dibujante belga Hergé, cuya línea de dibujo Godbout evoca y homenajea claramente en su obra.

AMERIKA DE FRANZ KAFKA
Amérika de Kafka cuenta el viaje del joven Karl Rossmann un inmigrante que, después de una embarazosa desventura sexual, en enviado a América por sus padres.
Allí espera redimirse en esa mágica tierra de oportunidades, pero el joven Karl se verá arrastrado por un torbellino de aventuras extrañas y picarescas.
A pesar de que Kafka nunca puso un pie en América, su novela es extrañamente profética acerca de ciertos aspectos del país que se anunciaba a sí mismo, sobre todo a finales del siglo XIX y principios del XX, como "la tierra prometida".
La obra quedó inacabada y fue publicada póstumamente tres años después de la muerte de Kafka.
Aunque se la conoce por Amerika, el nombre con el que su autor la bautizó es El desaparecido.





















26 enero 2016

ROBERT CRUMB, KAFKA

ROBERT CRUMB, KAFKA
El dibujante más representativo de la contracultura americana de los 60, Robert Crumb, creador del cómic underground, de trazo incisivo, inapelable y lisérgico, ha ilustrado  en 1993 una biografía de Kafka con texto del neoyorquino David Zane Mairowitz. 



El título original del libro de David Zane Mairowitz ilustrado por Robert Crumb es Kafka for Beginners.

Aunque cierta tendencia contemporánea se inclina por quitar hierro a la tortuosidad de la vida interior y exterior del autor checo-judío, lo cierto es que la suya fue una mente atormentada, en primer lugar por las relaciones con su padre, como explicita un relato tan autobiográfico como La metamorfosis, donde el lápiz de Crumb alcanza su mayor lucidez psicológica.




En la obra también se abarca la tarea de  ilustrar otras obras de Kafka como El procesoEl castillo o Amerika
También se repasa la vida amorosa de Kafka, su relación con sus mujeres, los amigos o los ambientes de los cafés literarios de la época en Praga, donde Kafka, acompañado de Max Brod, podía ponerse a debatir con el mismísimo Einstein.





El Kafka for Beginners de Robert Crumb es un cómic a camino entre la novela gráfica y la biografía ilustrada. 


La versión española de la obra de Crumb y Mairowitz, Kafka publicada por Ediciones La Cúpula es una introducción a la vida y la obra del escritor y también una interpretación de sus complejos símbolos e imágenes recurrentes y un recorrido por sus principales obras.
























25 enero 2016

FRANZ KAFKA, DOCUMENTAL, LA ÚLTIMA HISTORIA DE KAFKA

Franz Kafka y Felice Bauer
FRANZ KAFKA
Franz Kafka era un hombre solitario, en su vida tuvo una relación amorosa y tormentosa con Felice Bauer la cual dio lugar a más de 500 cartas que formaron el ahora conocido libro Cartas a Felice




A esta mujer llegó a pedirle matrimonio pero finalmente no hubo casamiento. 

Franz Kafka viviría más tarde con Dora Diamant.

Kafka, con 40 años, conoció a la joven Dora Diamant, de 25, en julio de 1923, tres meses después se van a vivir juntos a Berlín, donde consiguió por fin dejar Praga y su familia. 
Para Kafka fue "la mayor proeza de toda mi vida". Diamant cuidará a Kafka hasta su muerte, un año después.
Cuando quisieron casarse, el padre de Dora no dio su beneplácito, claro que a ella le daba igual el matrimonio, y siempre se sintió «la esposa de Kafka». 
Cuando a Kafka se le tachó de nihilista, de progenitor del existencialismo, Dora comentó: «¡Es imposible pensar que alguien que vivía con tanta intensidad, que ponía tanta vehemencia en la vida cotidiana, odiara la vida. Era un gozo el simple hecho de comprar cerezas!».


Dora Diamant, compañera de Franz Kafka

No obstante, en los diarios del autor austríaco se repiten palabras como 'derrumbamiento', 'desamparo' o 'soledad' que hacen intuir que el autor tenía una vida triste y abatida, posiblemente causada por el trauma que supuso su padre en la vida infantil del autor. Estas circunstancias aparecen recogidas en el libro Carta al padre.


Antes de morir, Franz Kafka quiso desprenderse de todos sus escritos y pidió a su amigo Max Brod que los quemase, éste, lejos de hacerle caso al escritor, los reservó incluso, los clasificó.
Fue Dora Diamant quien cumplió la última voluntad de Franz Kafka y se deshizo de la mayoría de sus últimos trabajos.
No obstante, Dora conservó algunos que posteriormente fueron requisados por agentes de la Gestapo. 


En la actualidad, se desconoce el paradero de estos papeles pero, a nivel internacional, se ha iniciado una búsqueda para poder encontrar las últimas letras que Franz Kafka escribió en su vida.

Un tribunal israelí ha ordenado que los archivos del escritor Max Brod, que contienen textos de Franz Kafka, sean transferidos a la Biblioteca Nacional de Israel, poniendo así fin a una saga que duró cuatro décadas, han informado fuentes judiciales.

En un veredicto hecho público en Tel Aviv, la juez de asuntos familiares Talia Kopelman Pardo, ha estimado que la colección de Brod debía ser legada a la Biblioteca Nacional de Jerusalén, cumpliendo así con su voluntad. 
Franz Kafka había pedido a su amigo Max Brod que quemara todos sus escritos tras su muerte, que ocurrió en 1924, cuando el escritor judío praguense tenía solo 40 años, una petición que no fue respetada.
Tras la invasión de Checoslovaquia por Alemania en 1939, Max Brod emigró a Palestina, llevando con él los manuscritos de Kafka, un tesoro para los universitarios, que legó más tarde a su fiel secretaria, Esther Hoffe, tras morir en 1968.
En su testamento, Brod pidió a Hoffe legar los archivos, estimados en varios millones de dólares, a "la Universidad hebraica de Jerusalén, o a la Biblioteca Municipal de Tel Aviv, o a otra institución en Israel o en el extranjero"
Pero la exsecretaria de Brod, que murió en 2007, repartió el legado entre sus dos hijas, creando así una disputa entre institutos universitarios, archivos nacionales alemanes e israelíes, y las herederas de Hoffe. 
Finalmente, el tribunal ha decidido que "los escritos de Kafka, así como toda la colección de Brod, no pueden ser considerados como un regalo de Hoffe a sus hijas".
El director de la Biblioteca Nacional, Oren Weinberg, ha acogido con satisfacción el veredicto, que según él, "cumplirá con el deseo de Max Brod de difundir la obra de Kafka entre los amantes de la literatura en Israel y el mundo".


DOCUMENTAL:  LA ÚLTIMA HISTORIA DE KAFKA


La información para realizar esta entrada ha sido tomada del diario La Verdad. es de Murcia.






05 junio 2012

PHILIP ROTH, EL OFICIO: UN ESCRITOR, SUS COLEGAS Y SUS OBRAS



PHILIP ROTH E IVAN KLÍMA HABLAN SOBRE KAFKA (1990)

Entrevista que en el año 1990 realizó Philip Roth al escritor checo Ivan Klíma.


PHILIP ROTH: 
Kafka. En noviembre, mientras un marginado y ex presidiario, Václav Havel, hablaba a los manifestantes que en aquel momento ocupaban Praga y cuya acción daría lugar al nacimiento de la nueva Checoslovaquia, yo estaba dando un cursillo sobre Kafka en un college de Nueva York. Los alumnos leyeron El castillo, la tediosa e infructífera lucha de K. para conseguir que le sea reconocida la condición de topógrafo por el poderoso e inaccesible dormilón a cuyo cargo está la burocracia del castillo, el tal señor Klamm. Cuando apareció en el New York Times una foto en que se veía a Havel tendiéndole la mano, de lado a lado de una mesa de conferencias, al antiguo primer ministro del régimen, se la enseñe a mis alumnos. “Bueno”, les dije: “K. por fin consigue reunirse con Klamm.” A los estudiantes les encantó que Havel tomara la decisión de presentarse a las elecciones: así entraba K. en el castillo nada menos que como sucesor del jefe de Klamm.



La clarividencia irónica quizá no sea el más notable atributo de la obra de Kafka, pero nunca deja de sorprendernos cuando pensamos en ella. Kafka es todo menos una mente fantasiosa creando un sueño o pesadilla, en cuanto pudiera ser lo contrario de una mente realista. Su narrativa insiste, una y otra vez, en un punto: que aquello que se nos antoja una alucinación inimaginable, una paradoja imposible de superar, es precisamente lo que constituye la realidad de cada cual. En obras como La metamorfosis, El proceso y El castillo, nos traza la crónica de como alguien es educado para aceptar—más bien demasiado tarde, en el caso del acusado Joseph K.—que lo que parece fuera de lugar y ridículo e increíble, muy por debajo de la dignidad y de los intereses de una persona, es de hecho lo que está sucediéndole a uno: esto que se sitúa por debajo de mi dignidad resulta ser mi destino.



“No era un sueño”, escribe Kafka, poco después de que Gregorio Samsa despierte al descubrimiento de que ya no es un buen hijo que ayuda a su familia, sino una asquerosa alimaña. El sueño, según Kafka, es un mundo de probabilidad, de proporción, de estabilidad y orden, de causa y efecto: lo que a él le parece absurdamente fantástico es un mundo fiable, hecho de dignidad y de justicia. Cuanto le habría divertido a Kafka la indignación de esos soñadores que nos dicen a diario: “¡No he venido a este mundo a que me insulten!”. En el mundo de Kafka, y no únicamente en el mundo de Kafka, la vida solo empieza a tener sentido cuando nos damos cuenta de que para eso precisamente es para lo que estamos aquí.



Me gustaría saber que papel puede haber desempeñado Kafka en tu imaginación durante los años en que estuviste en el mundo para que te insultaran. Los comunistas vetaron los libros de Kafka en las librerías, las bibliotecas, las universidades, incluida la de su propia ciudad natal, y en toda Checoslovaquia. ¿Por qué? ¿Qué los asustaba en Kafka? ¿Qué los irritaba? ¿Qué significaba para vosotros, que teníais un conocimiento íntimo de su obra y que incluso podíais sentiros muy identificados por sus orígenes?






IVAN KLÍMA: 
Yo también, como tú, he estudiado la obra de Kafka. No hace mucho escribí un largo ensayo sobre él y sobre una obra de teatro que trataba de su relación amorosa con Felice Bauer. Y yo formularía mi opinión sobre el conflicto entre el mundo onírico y el real en términos ligeramente distintos. Tú dices: “El sueño, según Kafka, es un mundo de probabilidad, de proporción, de estabilidad y orden, de causa y efecto: lo que a él le parece absurdamente fantástico es un mundo fiable, hecho de dignidad y de justicia.” Yo quitaría fantástico y pondría inalcanzable. Lo que tú llamas el mundo del sueño, para Kafka era más bien el mundo real, el mundo en que impera el orden, en que los seres humanos, al menos a su modo de ver, eran capaces de tenerse afecto, hacer el amor, tener hijos, cumplir ordenadamente con sus obligaciones; pero ese mundo era, para él, inalcanzable en su casi patológica fiabilidad. Lo que hace sufrir a sus personajes no es que no puedan alcanzar sus sueños, sino el hecho de no ser lo suficientemente fuertes como para adentrarse de veras en el mundo real, para cumplir de veras con su obligación.

En cuanto a por qué prohibieron a Kafka los regímenes comunistas, podemos encontrar la respuesta en una frase que dice el protagonista de mi novela Love and Garbage “Lo que más importa de la personalidad de Kafka es su honradez.” Un régimen edificado sobre el engaño, que obliga a la gente a fingir, que exige aprobación de boca para afuera, sin preocuparse para nada de cuales puedan ser las convicciones internas de aquellos cuyo consentimiento requiere, un régimen a quien le da miedo cualquiera que se pregunte por el sentido de sus propios actos, no puede tolerar que alguien cuya veracidad alcanza un carácter tan fascinantemente completo, tan terrorífico incluso, pueda dirigirse a los demás.


Si me preguntas que significó Kafka para mí, habrá que volver a la cuestión a cuyo alrededor estamos dando vueltas. En conjunto, Kafka es un escritor no político. A este respecto, me gusta citar lo que anotó en su diario el 2 de agosto de 1914. Es muy corto: “Alemania declara la guerra a Rusia. Por la tarde, escuela de natación”. Aquí, el plano histórico, un hecho que conmociona el mundo, y el personal se sitúan exactamente en el mismo nivel. Estoy seguro de que Kafka escribe por un único motivo, la necesidad de confesar sus crisis personales, resolviendo así lo que de insoluble había en su vida personal: sobre todo, sus relaciones con su padre y su incapacidad para ir mas allá de cierto limite en sus relaciones con las mujeres. Una de las cosas que hago ver en mi ensayo es que la máquina letal de su relato “En la colonia penitenciaria” es una imagen desesperada, apasionada y maravillosa del hecho de estar casado o comprometido. Hacia varios años que había escrito este relato cuando le confió a Milena Jesenska sus sentimientos ante la idea de irse a vivir juntos:

"Sabes, cuando intento escribir algo [sobre nuestro compromiso] las espadas cuyas puntas me rodean en círculo empiezan a acercárseme lentamente al cuerpo. Es un completo suplicio. Cuando ya están tan cerca que me arañan, la situación se hace tan terrible que allí mismo, inmediatamente, en el primer grito, me traiciono a mí mismo, te traiciono a ti, lo traiciono todo."

Las metáforas de Kafka eran tan fuertes que iban muchísimo mas allá de su intención original. Me consta que tanto El proceso como “En la colonia penitenciaria” se han entendido como sendas profecías del destino terrible que aguardaba a la nación judía en la Segunda Guerra Mundial, que estalló quince años después de la muerte de Kafka. Pero no eran ninguna profecía genial. Lo único que demuestran ambas obras es que un creador que sabe cómo reflejar sus experiencias más íntimas de un modo profundo y auténtico también alcanza la esfera suprapersonal o social. Estoy contestando de nuevo la pregunta relativa al contenido político de la literatura. La literatura no tiene por qué ponerse a escarbar en busca de realidades políticas, ni tiene por qué preocuparse de los sistemas políticos que van sucediéndose. La literatura puede ir más allá sin dejar por ello de resolver las cuestiones que el sistema vigente plantee al ser humano. Esta es la consecuencia más importante que yo extraje, para aplicármela, de Kafka.


Philip Roth, El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras, Seix Barral. 
Traducción de Ramón Buenaventura.





24 marzo 2012

PIOTR DUMALA, FRANZ KAFKA




PIOTR DUMALA

Piotr Dumala es un director de películas, artista plástico y escultor polaco.

Piotr Dumala actualmente es profesor de animación en la  Escuela de cine, teatro y televisión de Łódź en Polonia.

Es notable su técnica de animación descubierta mientras estudiaba escultura en la Academia de Bellas Artes de Varsovia.
Dumala observó que raspar yeso pintado podía ser una manera interesante de crear imágenes. 
Acababa de nacer su técnica de animación “destructiva”.

FRANZ KAFKA 


Esta película corta de animación de Piotr Dumala está basada en los diarios de Franz Kafka.


El mismo Piotr Dumala, el genial director y animador polaco, nos lo cuenta así:

"Al principio tengo siempre una imagen que me obsesiona, o un sueño. Tengo esa imagen y busco elementos que la precedan y que la continúen, y esa imagen queda en el film rodeada de las cosas que se han elaborado a partir de ella. En el caso de Kafka, esa imagen se encuentra al final del film. A partir de eso hice todo el resto. Siento con él una especie de deuda. Le estoy agradecido por… por haber existido. Quise expresarle mi gratitud con este film."

A continuación puedes ver el corto de animación de Dumala sobre Kafka:




KAFKA EN EL CINE

El séptimo arte se ha acercado muchas veces a la interesante figura del escritor Franz Kafka.
Aquí tienes una pequeña lista de otras películas en torno a Kafka que te pueden interesar: