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22 mayo 2024

UMBERTO ECO: UN "BLOGUERO" LLAMADO SARAMAGO

UMBERTO ECO
Umberto Eco fue un escritor italiano, conocido por sus novelas históricas, entre las que destacan El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault.
Pero además, Eco es muy conocido como pensador por sus ensayos y teorías como filósofo, crítico y profesor de estética y semiótica.
Fue columnista en numerosas publicaciones y periódicos como Il Corriere Della Sera, L’Espresso y La Repubblica.
Sus columnas periodísticas, sus artículos de divulgación y sus ensayos son un buen ejemplo de la utilización de la creación literaria como vehículo para la expresión de las ideas.
Junto a la investigación teórica y al trabajo académico, Eco siguió toda su vida con su actividad periodística.
Este artículo se publicó originalmente en el periódico El País  y sirvió de prólogo a la edición italiana del El Cuaderno, obra que recoge los comentarios que José  Saramago,  el premio Nobel portugués, publicó en su blog desde marzo de 2009 a junio de 2010. 
El último cuaderno ha sido publicado en España por la editorial Alfaguara con la traducción de Carlos Gumpert.
Este prólogo de Umberto Eco, publicado en España en el periódico El Pais, con el título de Un "bloguero" llamado Saramago, es un ejemplo de lo que se conoce en periodismo como artículo literario donde un escritor de reconocido prestigio da opinión o hace una reseña sobre un autor, una obra, un texto o un acontecimiento relacionado con la literatura.

UN "BLOGUERO" LLAMADO SARAMAGO
Curioso personaje este Saramago. Tiene 87 años y (según dice) algunos achaques, ha ganado el premio Nobel, distinción que le permitiría no volver a producir nada porque, total, en el Panteón va a entrar en cualquier caso (el muy tacaño Harold Bloom lo ha definido como "el novelista más dotado de talento de los que siguen con vida... uno de los últimos titanes de un género en vías de extinción"), y le vemos escribiendo un blog en el que la toma con todo el mundo en general, atrayéndose polémicas y excomuniones de muchos sitios -a menudo no porque diga cosas que no deba decir, sino porque no pierde el tiempo en medir sus términos- y tal vez lo haga a propósito.

Pero ¿precisamente él? ¿Él, que cuida la puntuación hasta el extremo de hacer que desaparezca, que en su crítica moral y social no afronta jamás los problemas de frente sino que los rodea poéticamente bajo las formas de lo fantástico y lo alegórico, de modo que su lector debe poner algo de su parte para entender adónde quiere ir a parar; él, que -como en su Ceguera- hace que el lector viaje en una niebla láctea en la que ni siquiera los nombres propios, en los que tan parco es, dan una señal claramente reconocible; él, que en Ensayo sobre la lucidez efectúa una decidida elección política basándose en enigmáticas papeletas blancas? ¿Y este escritor fantasioso y metafórico viene a decirnos que Bush es de "una ignorancia abismal, de una expresión verbal confusa perennemente atraída por la irresistible tentación del puro despropósito", un cowboy que ha confundido el mundo con una manada de bueyes, un robot mal programado que confunde constantemente los mensajes que ha grabado en su interior, un mentiroso compulsivo, corifeo de todos los demás mentirosos que le han aplaudido y servido en los últimos años? ¿Y es este delicado tejedor de parábolas el que emplea palabras que no dejan lugar a la duda cuando define al propietario de la editorial que lo publica en Italia? ¿Y es ese ateo manifiesto, para quien Dios es "el silencio del universo y el hombre el grito que da sentido a ese silencio", el que saca otra vez a escena a Dios con tal de preguntarse qué pensará de Ratzinger? ¿Y quien, militante comunista (tenazmente aún), no duda en gritar que "la izquierda no tiene ni la más mísera idea del mundo en el que vive"? ¿Y quien se arriesga a una acusación de antisemitismo por haber criticado la política del Gobierno de Israel, olvidándose sin más, al sentirse tan airadamente partícipe en las desventuras palestinas, de recordar que no falta quien niegue el derecho a la existencia de Israel? Nadie tiene en cuenta, sin embargo, que cuando habla de Israel Saramago está pensando en Yahvé, "dios rencoroso y feroz", y en tal sentido no resulta más antisemita que anticristiano, dado que para cada religión intenta arreglar sus propias cuentas con Dios -que se llame como se llame en los distintos idiomas, le cae rematadamente mal-. Y que a uno le caiga mal Dios es sin duda motivo de ira furibunda contra todos aquellos que de él se sirven como escudo.

Si tuviera siempre en cuenta los pros y los contras, Saramago sabría también que hay maneras y maneras incluso en la invectiva. Cito (de memoria) a Borges que citaba (de memoria tal vez) al doctor Johnson que citaba el caso de un fulano que insultaba de esta manera a su adversario: "Señor, vuestra esposa, con el pretexto de que regenta un burdel, vende telas de contrabando". Saramago, por el contrario, no se anda con tantos cumplidos, es decir, dejándose de rodeos, en su actividad de comentarista cotidiano de la realidad que le circunda se toma la revancha de toda la vaguedad oblicua de sus fabulaciones.

Se ha hablado del ateísmo militante de Saramago. En efecto, sus polémicas no se dirigen contra Dios: una vez admitido que su "eternidad es sólo la de un eterno no ser", Saramago podría haberse quedado tranquilo. Su hastío se dirige contra las religiones (y por esa razón le atacan desde distintos frentes: negar a Dios es algo que se le concede a todo el mundo, polemizar con las religiones pone en discusión las estructuras sociales). En una ocasión, estimulado por una de las intervenciones antirreligiosas de Saramago, reflexioné sobre la célebre definición marxista según la cual la religión es el opio del pueblo. ¿Sería verdad que todas las religiones poseen esa virtus adormecedora? Saramago ha azotado a las religiones como germen de conflictos: "Las religiones, todas sin excepción, no servirán nunca para acercar y reconciliar a los hombres; todo lo contrario, han sido y siguen siendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de una monstruosa violencia física y espiritual que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la mísera historia humana" (La Repubblica, 20 de septiembre de 2001).

Saramago concluía en otra parte que "si todos fuéramos ateos, viviríamos en una sociedad más pacífica". No estoy seguro de que tenga razón, y parece como si indirectamente le hubiera contestado el papa Ratzinger en su encíclica Spe salvi, donde decía que es el ateísmo de los siglos XIX y XX el que ha provocado que "de tales premisas se hayan derivado las mayores crueldades y violaciones de la justicia".

Tal vez estuviera pensando Ratzinger en gente descreída como Lenin y Stalin, pero se olvidaba de que en las banderas nazis aparecía escrito Gott mit uns (que significa "Dios está con nosotros"), que falanges de capellanes militares bendecían los gallardetes fascistas, que se inspiraba en principios religiosísimos y se apoyaba en los Guerrilleros de Cristo Rey un culpable de tantas masacres como Francisco Franco, que religiosísimos eran los vendeanos en su lucha contra los republicanos, que católicos y protestantes se han masacrado alegremente durante años y años, que tanto los cruzados como sus enemigos estaban impulsados por motivos religiosos, que por razones religiosas se han encendido muchas hogueras, que religiosísimos son los fundamentalistas musulmanes, los terroristas de las Torres Gemelas, Osama y los talibanes, que son razones religiosas las que oponen a la India y Pakistán, y, para terminar, que fue al grito de God bless America como Bush invadió Irak.

Por todo ello se me ocurre la reflexión de que si tal vez la religión en ocasiones es o ha sido el opio del pueblo, más a menudo ha sido su cocaína. Creo que ésa es también la opinión de Saramago.

Escribo este prólogo porque creo tener una experiencia en común con el amigo Saramago, que es la de escribir libros (por un lado) y tener a mi cargo (por otro) una columna de crítica de costumbres en un semanario. Al ser este segundo tipo de escritura más claro y divulgativo que el primero, son muchos quienes me preguntan si lo que hago es trasvasar a esas breves piezas periodísticas reflexiones más ampliamente desarrolladas en los libros mayores. Qué va, contesto, es la reacción irritada, el impulso que lleva a la sátira, la estocada crítica escrita al hilo de la actualidad lo que proporciona más adelante el material para una reflexión ensayística o narrativa más extensa. Es la escritura cotidiana la que inspira las obras de mayor empeño, y no al contrario.

Y por eso yo diría que en sus breves escritos Saramago sigue alimentando su experiencia del mundo tal como desgraciadamente es, para revisarlo posteriormente con más serena distancia sub specie de moralidad poética. Y además, ¿realmente se muestra siempre tan airado este maestro de la filípica y de la catilinaria? Me da la impresión de que junto a la gente a la que odia está también la gente a la que ama, y así hallamos piezas afectuosas dedicadas a Pessoa (no es uno portugués en vano), o a Amado, a Fuentes, a Federico Mayor, a Chico Buarque de Hollanda, que nos demuestran lo poco envidioso que es este escritor y cómo sabe trazar de todos ellos delicadas y tiernas miniaturas.

Por no hablar de cuando el análisis de la actualidad roza temas (y aquí estamos de vuelta a los mayores asuntos de su narrativa) como los grandes problemas metafísicos, la realidad y la apariencia, la naturaleza de la esperanza, cómo son las cosas cuando no las estamos mirando. Y vuelve a escena el Saramago filósofo-narrador, ya no irritado sino meditabundo, e inseguro. Con todo, no nos disgusta tampoco cuando se enfurece. Resulta de lo más simpático.
Umberto Eco

FUENTES UTILIZADAS
Para la realización de esta entrada se han utilizado, entre otras, las siguientes fuentes: EFE. Umberto Eco en imágenes. Cultura. El País. Eco, Umberto. Un "bloguero" llamado Saramago.
Las imágenes o vídeos que la acompañan se utilizan solo con fines educativos y el © de las fotografías y el © de los vídeos pertenecen a sus autores.
Eco y Saramago conversan en el Monasterio de Yuste, 
donde recibieron la medalla de oro de la Academia Europea de Yuste, en 1998

08 septiembre 2014

JOSÉ SARAMAGO, EL AÑO DE LA MUERTE DE RICARDO REIS


JOSÉ SARAMAGO 
El poeta y escritor portugués, José Saramago fue una de las voces más importantes de la literatura portuguesa de todos los tiempos. 

Galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1998, Saramago fue conocido internacionalmente tanto por su obra literaria como por su posicionamiento político.


Nacido en una familia de origen humilde, Saramago  no logró completar su formación debido a problemas económicos.

Combinó su trabajo en un taller con el estudio autodidacta, obtuvo un trabajo de oficinista y publicó su primera novela con escaso éxito.

Saramago colaboró con periódicos y revistas y recién casado con su primera esposa pasó a trabajar para una editorial como traductor. 

Durante la dictadura de Salazar, debido a sus ideas de izquierda y su afiliación al Partido Comunista de Portugal, tuvo muchos problemas con la censura a la hora de publicar.


Tras la Revolución de los Claveles en 1974, a partir de la llegada de la democracia a Portugal, Saramago comienza su etapa más conocida y activa. 

Publica en 1984 una de sus obras más famosas, El año de la muerte de Ricardo Reis

El éxito y una gran presencia en los medios de comunicación le llegaron con El evangelio según Jesucristo, obra que levantó un gran malestar no sólo entre la jerarquía católica sino también en el gobierno de su país. 

El escándalo que produjo esta obra fue uno de los motivos que llevaron a Saramago a instalarse en España en la Isla de Lanzarote con su segunda mujer en 1991.

Sus últimas obras a partir de entonces tuvieron gran reconocimiento en el panorama literario internacional.

PREMIO NOBEL DE LITERATURA EN 1998



José Saramago recibió el Premio Nobel de Literatura en 1998 y fue el primer escritor portugués que obtuvo dicho galardón.


Tras conseguir el Nobel de Literatura alcanzó fama mundial y se vio envuelto en polémicas al manifestar abiertamente sus ideas en contra de la política neoconservadora, la actitud de la Iglesia Católica y a favor de los pueblos más desfavorecidos.

EL AÑO DE LA MUERTE DE RICARDO REIS





A fines de 1935, cuando acaba de fallecer Fernando Pessoa, llega al puerto de Lisboa un barco inglés, el Highland Brigade, en el que ha viajado, desde Brasil, Ricardo Reis, uno de los heterónimos del gran poeta portugués Fernando Pessoa. 



A lo largo de nueve meses cruciales en la historia de Europa, durante los que estalla la guerra de España y se produce la intervención italiana en Abisinia, asistiremos a la última etapa de la vida de Ricardo Reis, en diálogo con el espíritu de Fernando Pessoa que acude a visitarle desde el cementerio en los momentos más inesperados.

Es la época de las plumas estilográficas, de las radios Pilot, de las Juventudes Hitlerianas, de los topolinos, en una Lisboa atlántica y lluviosa cuya atmósfera envolvente se convierte en la verdadero protagonista de esta fascinante experiencia narrativa. 

El año de la muerte de Ricardo Reis de José Saramago es una lúcida meditación, a través de un poeta y una ciudad, sobre el sentido de toda una época.

Si tienes curiosdad por leer esta famosa novela de José Saramago, haz click en este enlace:



















09 marzo 2012

FERNANDO PESSOA, LOS HETERÓNIMOS


Fernando Pessoa - Heterónimos. Lívio de Morais. 1997

LOS HETERÓNIMOS
Los heterónimos, a diferencia de los pseudónimos son personalidades poéticas completas: identidades, que, en principio falsas, se vuelven verdaderas a través de su manifestación artística propia y diversa del autor original.

Pessoa no escribía "su" propia poesía, sino la poesía de diversos autores ficticios, diferentes en voz, estilo y modos. 

Publicó bajo varios  heterónimos.  
Los más importantes son Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, Bernardo Soares y Ricardo Reis.

Incluso publicó críticas contra sus propias obras firmadas por sus heterónimos.

El poeta portugués crea una obra heteronímica que viene a ser un juego teatral con voces-personajes líricos y con inquietudes existenciales a la vez, tan opuestas como complementarias. 
No sin razón se le ha llamado a Pessoa el poeta dramático o el poeta filósofo.

Los heterónimos que Fernando Pessoa creó son portugueses, ingleses y franceses. Son poetas, cuentistas y ensayistas. La mayoría hombres y entre los femeninos destaca la joven María José.

Pessoa fue todos y cada uno de ellos.




LOS HETERÓNIMOS MÁS DESTACADOS:

ALBERTO CAEIRO
Alberto Caeiro, un poeta sensualista y pagano, es el maestro de Pessoa  y de los demás heterónimos.








Nació en abril de 1889 en Lisboa, pero vivió la mayor parte de su vida en una quinta en el Ribatejo, donde conocería a Álvaro de Campos. 

Su educación se limitó a la instrucción primaria, lo que combina con su simplicidad y naturalidad que reclama para sí mismo. 

Rubio, de ojos azules, estatura media, un poco más bajo que Ricardo Reis, está dotado de una apariencia muy diferente al de los otros heterónimos. También es frágil, aunque no lo aparenta mucho, y murió, tempranamente, de tuberculosis, en 1915. 

El maestro es aquel de cuya biografía menos se ocupa Pessoa.
Su vida eran sus poemas, como dice Ricardo Reis: La vida de Caeiro no puede narrarse pues no hay en ella más que contar. Sus poemas son lo que hubo en su vida. En todo lo demás no hubo incidentes, ni hay historia.

ALVARO DE CAMPOS
Es un ingeniero homosexual de educación inglesa y origen portugués, pero siempre con la sensación de ser un extranjero en cualquier parte del mundo.

El futurista Alvaro de Campos es el autor de Tabaquería, acaso el poema más famoso en lengua portuguesa.

Otros poemas famosos son: 
Lisbon revisited
Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra
Todas las cartas de amor son ridículas
Poema en línea recta


BERNARDO SOARES
Bernardo Soares es el acongojado autor del Libro del Desasosiego, que actualmente muchos especialistas consideran la obra de su vida.


RICARDO REIS
Médico de profesión y monárquico, por eso descontento con la situación política, marcha emigrado algunos años a Brasil.

Educado en un colegio de jesuitas, recibió, pués, una formación clásica y latinista.
Fernando Pessoa considera que este heterónimo fue el primero en revelársele aunque no haya sido el primero en iniciar su actividad literaria. 

Domina la forma de los poetas latinos y proclama la disciplima en la construcción poética.

Ricardo Reis es marcado por una profunda simplicidad de la concepción de la vida, por una inmensa serenidad en la aceptación de la relatividad de todas las cosas. 

Es el heterónimo que más se aproxima al creador.
No solo se parece a Pessoa en el aspecto físico: es moreno, de estatura media, anda medio encorvado, es magro y tiene apariencia de judío portugués... también se parece en la manera de ser y en la de pensar. 

Es adepto del Sensacionismo, que hereda del maestro Caeiro, pero lo aproxima al Neoclasicismo.

Para Ricardo Reis las cosas deben ser sentidas, no sólo como son, también de modo que se integren en un cierto ideal de medida y reglas clásicas.

Su forma de expresión la va a buscar a los poetas latinos, de acuerdo a su formación, y afirma, por ejemplo, que debe haber, en el más pequeño poema de un poeta, cualquier cosa donde se note que existió Homero.

Es uno de los heterónimos que  no tiene fecha de fallecimiento.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago le dedica una de sus mejores novelas, El año de la muerte de Ricardo Reis.

MARÍA JOSÉ
Fernando Pessoa tiene también heterónimos femeninos, el más conocido es una joven tuberculosa de diecinueve años, María José que escribe una carta de declaración  de amor sin esperanzas.

La Carta de la jorobada para el cerrajero es una desgarrada, ácida y a la vez tierna carta de amor de una joven enferma.

¿QUÉ SON LOS PREHETERÓNIMOS?
Ya en la infancia, el niño Fernando Pessoa era capaz de imaginar personajes que le rodeaban que algunos críticos llaman los preheterónimos.

El primero de ellos, Chevalier de Pas, fue inventado cuando el poeta tenía seis años.

A este le seguirían Alexander Search y su hermano Charles James Search, Robert Annon y David Merrick.
Cuando el joven Fernando Pessoa regresa a Lisboa desde Sudáfrica, los llevará de vuelta con él como compañeros de viaje.