04 junio 2023

ELIZABETH BARRETT BROWNING: A FLUSH, MI PERRO

ELIZABETH BARRETT BROWNING

Elizabeth Barrett nace en Durham, Inglaterra, en una familia acomodada. Su padre tenía una plantación de azúcar  en Jamaica.
Elizabeth vivió una niñez feliz en compañía de sus 11 hermanos en su mansión en el campo, en Herefordshire.
Antes de que Elizabeth Barrett cumpliera 10 años, había leído las historias de Inglaterra, Grecia y Roma, fragmentos de Homero, pasajes del Paraíso perdido de Milton y varias obras de Shakespeare, entre ellas Otelo y La tempestad.
Con la ruina familiar debida a una rebelión de los esclavos de su plantación jamaicana, se trasladaron a Londres, donde Elizabeth, ya con problemas de salud, empezó a ser reconocida como una de las poetas jóvenes más originales y talentosas de Inglaterra.
Pero los doctores aconsejaron a Elizabeth un clima más suave y la familia se trasladó algunos años a Torquay.
La mala salud de Elizabeth se agravó con la muerte de dos de sus hermanos, uno de ellos su favorito y la familia regresó a Londres.
Casi impedida y recluída en su habitación, se dedicó al estudio, la lectura, la traducción de los clásicos y a componer poesía.
La perspectiva de encontrarse con extraños la ponía nerviosa y solo recibía en su habitación a dos visitantes además de su familia: el poeta John Kenyon y la escritora Mary Russell Mitford que se carteaba con ella y le enviaba muchas veces flores.
En una ocasión Mary le regaló a Flush, un perro cocker spaniel, para que le hiciera compañía en su enfermedad.
Robert Browning visita a Elizabeth Barrett en el 50 de Wimpole Street by Celestial Images

A pesar de su fama como escritora, Elizabeth Barret vivió  una existencia oscura hasta 1845, año en que recibió una carta de Robert Browning, un joven poeta que empezaba de esta manera: "Amo sus versos con todo mi corazón, querida señorita Barrett..."
Elizabeth Barrett, tras una breve correspondencia basada en la admiración mutua, logró conocer a Browning. 
Ambos se enamoraron y, ante la oposición del padre de Elizabeth, se casaron en secreto y se fugaron a Italia.
En su fuga, Elizabeth  se llevó consigo a su perro Flush.
Fruto de estos amores es su obra más famosa, los Sonetos del portugués, una colección de 44 sonetos de amor.
En Florencia residieron en el Palazzo Guidi y allí vivió Elizabeth Barrett Browning en "suprema felicidad" el resto de su existencia, junto a su marido, su hijo Pen y su perro Flush.
Elizabeth Barret Browning en la Casa Guidi en Florencia

ELIZABETH BARRETT Y FLUSH
Dibujo original a lápiz de Flush

Mary Russell Mitford, otra escritora, le regaló a Elizabeth un  cocker spaniel de su camada al que llamó Flush.
Este cachorro sirvió a Elizabeth de compañía y consuelo para mitigar la pena después de la muerte de su hermano.
El perro fue muy querido por su dueña, se lo robaron tres veces y tuvo que pagar por su rescate para recuperarlo. 
También es famoso por haber mordido en varias ocasiones a Robert Browning cuando cortejaba a su ama.
Aunque Flush no asistió a la boda, sí huyó con la pareja a Italia donde pasaron el resto de su vida. 
Virginia Woolf escribió un libro sobre este animal titulado Flush: Biografía de un perro, ilustrado por su hermana Vanessa Bell.
Desde el principio, Elizabeth Barrett adoró tanto a Flush que le dedicó este poema.

A FLUSH, MI PERRO

Amante amigo, el regalo de alguien,
que, su propia fe verdadera, ha pasado,
a través de tu naturaleza inferior;
que mi bendición sea dicha
con mi mano sobre tu cabeza,
¡Amable criatura!

Como los tirabuzones de una dama,
fluyen tus orejas de seda
a ambos lados recatadamente,
de tu pecho vestido de plata
brillando puramente
sobre el resto de tu cuerpo.

Tu cuerpo es marrón oscuro,
hasta que la luz del sol, golpeándolo,
alquimiza su dulzura,
cuando los rizos lisos
se vuelven dorados,
con una plenitud bruñida.

Bajo mi mano acariciadora,
ojos sorprendidos de color avellana
encendidos, agrandándose,
saltas arriba con un resorte,
lleno de travesuras y curvas,
saltando como un corcel.

¡Salta! Tu ancha cola ondea una luz;
¡Salta! Tus patas delgadas son brillantes,
cubiertas de flecos.
¡Salta! Tus orejas con borlas
parpadean extrañamente, bellas y finas,
por sus dorados centímetros

Sin embargo, mi bello y deportista amigo,
poco es para tal fin
que alabe tu rareza.
Otros perros pueden ser tus pares
tal vez en estas orejas caídas,
y esta brillante belleza.

Pero de ti se dirá,
este perro velaba junto a una cama
día y noche sin descanso,
vigilando dentro de una habitación con cortinas,
donde ningún rayo de sol rompía la penumbra
que rodea a la enferma y triste.

Rosas, reunidas en un jarrón,
en aquella cámara morían rápido,
a la brisa y a la luz renunciando -
Este perro solo, esperó,
sabiendo que cuando la luz se ha ido,
El amor permanece para brillar.

Otros perros en el rocío del tomillo
rastrearon a las liebres y las siguieron
soleado páramo o prado -
Este perro solo, se arrastró y se arrastró
junto a una lánguida mejilla que dormía
compartiendo en la sombra.

Otros perros de leal alegría
se acercaban al silbido,
por el bosque se apresuran -
Este perro solo, vigiló al alcance
de una palabra débilmente pronunciada,
o  de un suspiro más fuerte.

Y si una o dos lágrimas rápidas
caían sobre sus lustrosas orejas
o un suspiro llegaba doble, -
se levantaba a toda prisa,
adulando, acariciando, respirando rápido,
en un tierno desasosiego.

Y este perro estaba satisfecho,
Si una pálida y delgada mano se deslizaba,
...por sus orejas inclinadas...
en la que empujaba su nariz dentro,
después de, - acomodar su barbilla
en la palma dejada abierta.

Este perro, si una voz amistosa
le llama ahora a una mejor elección
que la de guardar tal cámara,
¡Sal! Rogando desde la puerta.
Retrocede como antes,
saltando hacia mí.

Por lo tanto a este perro yo,
con ternura, no con desprecio,
le rendiré alabanza y favor.
Con mi mano sobre su cabeza,
Diré mi bendición
por tanto, y para siempre.

Y porque me quiere tanto,
Más que lo que sus semejantes harían,
o a menudo, hombre o mujer,
le devolveré más amor
Que el que los perros a 
menudo reciben de los hombres, -
Apoyándome en mi Humano.

Bendito seas, perro mío,
collares bonitos te hagan bello,
la leche azucarada te engorde.
los placeres se muevan en tu cola -
Manos de suave movimiento
nunca falten para acariciarte.

Almohada suave para tu cabeza,
en colcha de seda repose,
la luz del sol te ayude a dormir.
el zumbido de ninguna mosca te despierte -
Nadie rompa tu taza púrpura,
dispuesta para beber hasta el fondo.

Gatos bigotudos huyan de ti -
los tapones resistentes alejen de ti
las colonias destiladas;
las nueces estén en tu camino como piedras,
Y tus macarons de días de fiesta
se convierten en raciones diarias.

¿Me burlo de ti, deseándote el bien? -
Se me llenan los ojos de lágrimas al sentir
que estás hecho tan rectamente,
la bendición debe ser también recta, -
Poco puedes disfrutar o hacer,
tú que amas tanto.

Pero bendito seas hasta la altura
de todo bien y todo deleite
permitido por tu naturaleza, -
Solo que amado más allá de esa línea,
con un amor que responde al tuyo,
¡Compañero de amor!

Elizabeth Barrett Browning

FUENTES UTILIZADAS
Para la realización de esta entrada se han utilizado, entre otras, las siguientes fuentes: Poetry Foundation. To Flush, My DogElizabeth Barrett Browning.  Baylor University. Texas. Elizabeth Barrett Browning. www.baylor.edu/library/index.
Middleburlife. Hunt Country. Then & There. Flush With Love: A Jealous Heart and a Stolen Dog. Richard Hooper. www.middleburglife.com
Las imágenes o vídeos que la acompañan se utilizan solo con fines educativos y el © de las fotografías y el © de los vídeos pertenecen a sus autores.

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