22 marzo 2015

E. V. GONZENBACH, VIAJE POR EL NILO




E. V. GONZENBACH
El barón E. V. Gonzenbach, también conocido como C. Von Gonzenbach, es famoso por sus dos libros de viajes.
Nació en 1847 el seno de una adinerada familia suiza que contó con Hölderlin entre los preceptores de sus hijas.
De Gonzenbach apenas tenemos datos biográficos,  solo se le conocen dos libros, uno titulado Nilefahrt Viaje por el Nilo sobre su viaje por Egipto, y otro Pilgerritt – Bilder aus Palästina und Syrien sobre sus viajes en peregrinaje a Siria y Palestina, publicados ambos en Alemania en 1895. 
Ambas obras despertaron la admiración de Herman Hesse, según sus propias palabras.
El barón es un rico viajero burgués interesado en la historia que viaja acompañado de su familia y su perro Ptah a lo largo del Nilo.
Lo acompaña su mujer de delicada salud, su hija y su amigo, un pintor y dibujante italiano, llamado Raffaele Mainella.
La dahabia está dotada de los mejores lujos occidentales y asiáticos y el rico barón viaja con sus sirvientes.

VISITA UNA DAHABIA
Si tienes curiosidad por ver como era la dahabia del barón Gonzenbach, con este vídeo puedes hacerte una idea y, de paso, practicar un poco el francés. 



VIAJE POR EL NILO
Viaje por el Nilo se inscribe en la tradición del viaje a Egipto y por extensión a todo el Oriente, tan fascinante para los occidentales y tan recurrentemente utilizado como tema literario.
El libro nos cuenta el viaje que realiza el barón von Gonzenbach por Egipto desde el 17 de noviembre de 1887 al 23 de abril de 1888.















E. V. Gonzenbach sale de Venecia donde conoció al pintor Raffaele Mainella, viaja en barco con su familia y sirvientes y llega a Alejandría y allí alquila una dahabia, nave pequeña, cubierta, de poco calado, tradicional en Egipto, en la sucursal de Thomas Cook e hijos, pioneros de los viajes organizados.

Lleva con él su amigo el dibujante, Raffaele Mainella, al que encarga captar en láminas lo más atractivo del itinerario.

Con una visión muy decimonónica de la naturaleza se adentra en el desierto buscando piezas de caza.
Asciende el Nilo con su dahabia y remonta los rápidos, o cataratas, de Assuan contratando a los nativos para que remolquen su nave.
Coincide en ocasiones con alguno de los primeros cruceros de turistas por el Nilo, en lo que eran los albores del turismo de grupo, describiendo cómo funcionaba en el siglo XIX aquella incipiente agencia de viajes llamada Thomas Cook.


Lo más llamativo, no obstante, es la deliciosa descripción de los monumentos que encuentra a su paso, de las gentes que viven a orillas del gran río y de las costumbres locales.

Y el discurrir de la vida del Nilo, todavía por entonces generador de cosechas, marcador del paso del tiempo y distribuidor de bienes a sus ribereños. 
A finales del siglo XIX, el Nilo lo es todo en Egipto y la vida a su paso discurre bajo casi las mismas pautas que 3.000 años antes, pues todavía no existe ningún embalse que entorpezca su milenario devenir.



Es una obra que es tanto la crónica de un viajero, en una época llena de romanticismo, como el documento de un historiador y estudioso aficionado sobre una zona de gran interés geográfico e histórico. 
Su visión de la arqueología es la propia de la época, aquellos objetos que se encuentra en su viaje no se consideran como un patrimonio común de la humanidad sino que pertenecen al que hizo el hallazgo.
Su hija recoge y guarda, como un recuerdo del viaje, cuentas de un collar de una de las tumbas que visitan.


A pesar de los años transcurridos, este libro es un clásico de la literatura de viajes y sigue siendo tan interesante como cuando se escribió.

La gran calidad como viajero y narrador de Gonzenbach nos introducirá rápidamente en el Nilo de la época, utilizando notables descripciones de lugares y personajes, junto con unas preciosas ilustraciones originales, que se prestarán a transportarnos a su diario, y a que realicemos el mismo itinerario sin dejar pasar ni un detalle de este especial mundo de faraones. 



Según Roland Barthes: "Todo viaje es iniciático".
Todo viaje es una puesta a prueba del individuo que se busca a sí mismo entre lo exótico, una búsqueda de lo que el viajero no conoce de sí en contraste con lo extraño.



RAFFAELE MAINELLA


En 1887, Raffaele Mainella, artista ya conocido, todavía en la treintena, tiene un encuentro en Venecia con el barón von Gonzenbach que le abre las puertas de la fortuna.

El orientalista suizo-alemán, von Gonzenbach, quiere viajar a Egipto para escribir una de sus obras geográficas, y desea llevar consigo a Mainella. 

El barón admiraba el gran talento del joven artista, la capacidad técnica, la frescura de expresión y la armonía que podría dar a los cuadros.



A estas cualidades excepcionales de Mainella se unían un gran genio y una gran capacidad técnica en la representación de la transparencia de la luz y las formas de un mundo de ensueño. 

Este viaje por el misterioso Oriente tendría una influencia significativa en toda la obra posterior de Raffaele Mainella.

Incluso muchos años después de su regreso a Italia y de sus viajes por Francia, no parece saber cómo romper con la visión del sol de Oriente.




En este viaje por el Nilo en una lujosa dahabia, mientras Gonzenbach toma notas, Mainella dibuja el esplendor de la luz de Egipto, sus tipos humanos, la poesía del Nilo, el amarillo intenso del desierto, la flora y la fauna y, naturalmente, los monumentos.

Estos dibujos fueron reproducidos en el libro Nilfahrt de Gonzenbach, titulado en español, Viaje por el Nilo.



Las circunstancias de este viaje fascinaron al pintor: la navegación durante meses a lo largo de las orillas del Nilo, la visita a los pueblos nilóticos y árabes, las tumbas, ruinas y monumentos del pasado faraónico, la estancia en una caravana en el desierto en tiendas de campaña...

Del viaje por Egipto trajo estudios, bocetos, dibujos y acuarelas, las más brillantes de su colección,  entre las que se incluyen las que reproducen las puestas de sol en el desierto.




Se ha tomado parte de la información para esta entrada de la reseñas de Jesús Sánchez Jaén y de Jesús Balduz sobre la obra de E. V. Gonzenbach.



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