30 mayo 2024

OSCAR WILDE. SOBRE EL PERIODISMO

OSCAR WILDE
Oscar Wilde, en su obra El Alma del Hombre bajo el Socialismo que recoge alguno de sus ensayos sobre filosofía, política, literatura y arte, trata el tema del poder de la prensa para modificar estados de opinión y los límites sobre el derecho a la privacidad y el derecho a la libre información.

No olvidemos que la vida privada de Wilde se vio expuesta a la curiosidad del público a través de la prensa con motivo de su juicio y encarcelamiento por demandar por difamación al marqués de Queensberry que públicamente lo acusaba de tener relaciones con su hijo, Lord Alfred Douglas, también poeta y apodado Bosie.
Oscar Wilde y Bosie 

SOBRE EL PERIODISMO 
Antiguamente existía la tortura. Ahora tienen la prensa. Ciertamente esto constituye un adelanto. Pero todavía el medio es malo, equivocado y desmoralizador. Alguien –¿fue Burke?– llamó al periodismo el cuarto poder. Eso sin duda era cierto en ese momento. Pero en el presente es el único poder. Se ha comido a los otros tres. Los Señores Temporales no dicen nada, los Señores Espirituales no tienen nada que decir; y la Casa de los Comunes no tiene nada que decir y lo dice. Estamos dominados por el periodismo. En Norteamérica, el presidente reina por cuatro años, y el periodismo gobierna por siempre jamás. Por suerte, en Norteamérica el periodismo ha llevado su autoridad a los extremos más burdos y brutales y como consecuencia natural, ha comenzado a crear un espíritu de rebelión. A la gente le divierte, o le disgusta, de acuerdo a su temperamento. Pero ya no es más la fuerza que era. No se la considera seriamente. El periodismo en Inglaterra, exceptuando algunos pocos ejemplos conocidos, como no ha sido llevado a tales extremos de brutalidad, es todavía un gran factor, un poder realmente importante. Considero verdaderamente extraordinaria la tiranía que se propone ejercer sobre las vidas privadas de la gente. El hecho es que el público tiene una curiosidad insaciable por conocer todo, excepto aquello que vale la pena conocer. El periodismo, consciente de esto y con sus hábitos comerciales, satisface sus demandas. En siglos anteriores al nuestro, el público clavaba a los periodistas por las orejas en la picota. Eso era terrible. En este siglo, los periodistas han clavado sus propias orejas en los agujeros de la cerradura. Eso es aun peor. Y lo que agrava esta desgracia es que los periodistas más culpables no son los periodistas divertidos que escriben para los llamados periódicos de sociedad. El daño lo hacen los periodistas serios, reflexivos, sinceros, quienes solemnemente, como lo están haciendo actualmente, mostrarán ante los ojos del público algún incidente de la vida privada de un gran estadista, de algún líder del pensamiento político, ya que se trata de un creador de fuerza política, e invitan al público a discutir el incidente, a ejercer su autoridad sobre el asunto, dar su punto de vista, y no solamente dar su punto de vista sino también llevarlo a la acción, imponiendo sus ideas sobre otros puntos al hombre, a su partido, al país; en otras palabras, se hacen ridículos, ofensivos y dañinos. Las vidas privadas de los hombres y las mujeres no debieran contarse en público. El público no tiene absolutamente nada que ver con ellos.

En Francia las cosas se arreglan mejor. No se permite que los detalles de los juicios por divorcio se publiquen para la diversión o la crítica del público. Todo lo que el público puede conocer es que se ha llevado a cabo un divorcio y que fue concedido a pedido de una, u otra, o ambas partes. En Francia, en realidad, se limita al periodista y se permite al artista casi perfecta libertad. Aquí otorgamos absoluta libertad al periodista y limitamos enteramente al artista. La opinión pública inglesa trata de constreñir y obstaculizar al hombre que hace cosas que son hermosas y obliga al periodista a detallar cosas que son feas, desagradables o asquerosas, de modo que tenemos los más serios periodistas del mundo y los periódicos más indecentes. No es exagerado hablar de compulsión. Posiblemente existan periodistas que encuentran placer en publicar cosas horribles, o quienes, siendo pobres, buscan escándalos como fuente permanente de ingresos. Pero existen otros periodistas, estoy seguro, hombres de educación y cultivados, a quienes realmente disgusta publicar estas cosas, que saben que está incorrecto hacerlo, y solamente lo hacen porque las condiciones malsanas en que ejercen su profesión les obligan a dar al público lo que el público demanda, y competir con otros periodistas significa proporcionar este material en la forma más completa y satisfactoria posible, para satisfacer el burdo apetito popular. Es una posición muy degradante para cualquier persona educada, y no me cabe duda que la mayoría de ellos lo siente intensamente.
Oscar Wilde 
El Alma del Hombre bajo el Socialismo
Retrato de Oscar Wilde generado por AI

LA LITERATURA Y LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS
El Cuarto poder es la expresión que hace referencia a los medios de comunicación y a la prensa en cuanto a sector dotado de gran poder o influencia en los asuntos sociales y políticos de un país.
Se comenzó a emplear en el siglo XIX colocando a la prensa junto a los tres poderes del Estado: el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial.
Oscar Wilde consideraba que la diferencia entre la literatura y el periodismo radica en que esta es ilegible y aquella nadie la lee. De ahí el poder de la prensa de modificar estados de opinión sobre un tema.
Tom Wolfe en los ensayos que recoge en su obra El nuevo periodismo consideraba que el periodismo de los años 60 del siglo XX había arrebatado a la novela su poder.
"El nuevo periodismo no puede ser ignorado por más tiempo en su sentido artístico porque ha arrebatado el cetro de la Literatura a la agonizante novela y se ha convertido en el género literario más vivo de la época". 
Como ejemplos de esta tesis nos presenta a Saul Bellow, John Updike, Philip Roth, Norman Mailer, Truman Capote,  Bárbara Goldsmith... 
En la actualidad la prensa escrita sigue un camino muy diferente del imaginado por Wolfe.
La entrada en el campo de la literatura  y la información de las redes sociales y la IA ha modificado completamente la situación de la prensa hasta el punto que  algunos estudiosos dan por segura la desaparición de los periódicos en papel.
El uso de Internet  y de los teléfonos móviles en la sociedad actual va a redefinir en los próximos años los nuevos parámetros y géneros tanto literarios como periódisticos.

LOS SUBGÉNEROS PERIODÍSTICOS
En cuanto a la forma, podemos distinguir en la prensa cuatro tipos de artículos de opinión: 
- El Artículo
- La Editorial
- La Columna 
- La Crítica
Por el contenido nos ocuparemos al menos dos tipos de artículos de opinión: Los artículos literarios y los artículos político-económicos.
LOS ARTÍCULOS LITERARIOS: 
Una de las funciones del artículo literario, es ejercer influencia sobre las personas para modificar su modo de actuar, su pensamiento, opinión o incluso generar una conducta respecto a un determinado asunto.
Borges, que fue un excepcional articulista y que nunca tuvo reparos en incluir sus colaboraciones dentro de sus libros de ensayo, admiraba a los escritores que incursionaban en la materia: Coleridge, De Quincey, Carlyle, Stevenson, Wilde y Chesterton. Y también fueron de la partida Rouseau, Stendhal, Baudelaire, Mallarmé, Valéry y Gide.
En España no podemos olvidar a Mariano José de Larra, Galdós, Unamuno, Clarín, Umbral, Julio Camba, Manuel Vicent...
Para Francisco Umbral "el artículo literario es el soneto del periodismo".

LOS ARTÍCULOS DE TEMA POLÍTICO-ECONÓMICO:
Se dice que el periodismo es el primer borrador de la historia, pero en ocasiones lo que pretende es moldearla.
Pedro de Miguel, licenciado en Historia y profesor de Géneros Periodísticos Interpretativos en la Universidad de Navarra, asegura que "a diferencia del mundo griego y romano, nuestro nuevo foro son los medios de comunicación".
En nuestra época este foro se amplía con las redes sociales y la IA.
Es tradicional la influencia de la prensa y de los magnates que la dirigen sobre la situación político económica mundial.
Uno de los casos más famosos es el de la participación de William Randolph Hearst y de John Pulitzer y sus periódicos en el origen de la guerra de Cuba entre Norteamérica y España en 1898.
Hearst y Pulitzer peleando por el poder en la guerra de Cuba 

Se llama prensa amarilla o sensacionalista al tipo de periodismo que  presenta noticias con titulares llamativos, escandalosos o exagerados para tratar de aumentar sus ventas y el número de lectores.
Por lo general estas noticias amarillistas no cuenten con ninguna evidencia y presenten una realidad distorsionada que no ha sido debidamente investigada.
Hoy en día este fin de conseguir lectores por cualquier medio se consigue en Internet con los llamados clickbaits conocidos en español con el neologismo de ciberanzuelos.
Caricatura sobre la prensa amarilla

En la actualidad el tema de la prensa en los conflictos armados es tratado por escritores como George Packer  en su libro La puerta de los asesinos  en el que describe con minuciosidad cómo la guerra de Irak fue producto de intensas escaramuzas entre articulistas ideológicos que intentaban cambiar la historia de los Estados Unidos y de Medio Oriente.
El articulismo sigue siendo un factor decisivo de la historia.
Dice al respecto Manuel Vicent, paradigma del articulista sin partido: "Mi columna dominical es una garita desde la que disparo".
Ese poder de los artículos ya lo reflejaba Benito Pérez Galdós cuando, tras una dilatada carrera periodística, escribió un hilarante cuento satírico llamado El artículo de fondo, donde denunciaba las arbitrariedades y el peligroso poder que ya en su época tenían los articulistas.
Si te apetece leerlo, haz click en el siguiente enlace:
Benito Pérez Galdós: El artículo de fondo
En la actualidad el  futuro poder de la prensa escrita tradicional se tambalea. 
Se plantea el reto para los lectores de información digital de distinguir las noticias verdaderas entre las fake news, los bulos, las imágenes retocadas, la Inteligencia Artificial y las teorías conspiranoicas difundidas por las redes sociales.
FUENTES UTILIZADAS 
Para la realización de esta entrada, se han utilizado entre otras las siguientes fuentes:
Wilde, Oscar. El Alma del Hombre bajo el Socialismo. (Ensayos sobre filosofía, política, literatura y arte). Arpa Editores. ISBN:9788418741517. España. 2022. 
Hamilton, John Maxwell. La explosión del Maine: Una guerra basada en Fake News. Revista digital. National Geographic. Historia. 15/02/2004. 
Pérez Galdós, Benito. El Artículo de Fondo. Biblioteca digital abierta. Edita textos.info. Editor Edu Robsy. Menorca. España. 01/12/2016. 
Packer, George. La puerta de los asesinos: Historia de la guerra de Irak. Editorial Debate.  ISBN: 9788499926018. España. 2016.
Revista Muy Interesante. Imagen de Oscar Wilde generada por AI. Midjourney/Sarah Romero 19/01/2024.
Las imágenes o vídeos que la acompañan se utilizan solo con fines educativos y el © de las fotografías y el © de los vídeos pertenecen a sus autores.

22 mayo 2024

UMBERTO ECO. UN "BLOGUERO" LLAMADO SARAMAGO

UMBERTO ECO
Umberto Eco fue un escritor italiano, conocido por sus novelas históricas, entre las que destacan El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault.
Pero además, Eco es muy conocido como pensador por sus ensayos y teorías como filósofo, crítico y profesor de estética y semiótica.
Fue columnista en numerosas publicaciones y periódicos como Il Corriere Della Sera, L’Espresso y La Repubblica.
Sus columnas periodísticas, sus artículos de divulgación y sus ensayos son un buen ejemplo de la utilización de la creación literaria como vehículo para la expresión de las ideas.
Junto a la investigación teórica y al trabajo académico, Eco siguió toda su vida con su actividad periodística.
Este artículo se publicó originalmente en el periódico El País  y sirvió de prólogo a la edición italiana del El Cuaderno, obra que recoge los comentarios que José  Saramago,  el premio Nobel portugués, publicó en su blog desde marzo de 2009 a junio de 2010. 
El último cuaderno ha sido publicado en España por la editorial Alfaguara con la traducción de Carlos Gumpert.
Este prólogo de Umberto Eco, publicado en España en el periódico El Pais, con el título de Un "bloguero" llamado Saramago, es un ejemplo de lo que se conoce en periodismo como artículo literario donde un escritor de reconocido prestigio da opinión o hace una reseña sobre un autor, una obra, un texto o un acontecimiento relacionado con la literatura.

UN "BLOGUERO" LLAMADO SARAMAGO
Curioso personaje este Saramago. Tiene 87 años y (según dice) algunos achaques, ha ganado el premio Nobel, distinción que le permitiría no volver a producir nada porque, total, en el Panteón va a entrar en cualquier caso (el muy tacaño Harold Bloom lo ha definido como "el novelista más dotado de talento de los que siguen con vida... uno de los últimos titanes de un género en vías de extinción"), y le vemos escribiendo un blog en el que la toma con todo el mundo en general, atrayéndose polémicas y excomuniones de muchos sitios -a menudo no porque diga cosas que no deba decir, sino porque no pierde el tiempo en medir sus términos- y tal vez lo haga a propósito.

Pero ¿precisamente él? ¿Él, que cuida la puntuación hasta el extremo de hacer que desaparezca, que en su crítica moral y social no afronta jamás los problemas de frente sino que los rodea poéticamente bajo las formas de lo fantástico y lo alegórico, de modo que su lector debe poner algo de su parte para entender adónde quiere ir a parar; él, que -como en su Ceguera- hace que el lector viaje en una niebla láctea en la que ni siquiera los nombres propios, en los que tan parco es, dan una señal claramente reconocible; él, que en Ensayo sobre la lucidez efectúa una decidida elección política basándose en enigmáticas papeletas blancas? ¿Y este escritor fantasioso y metafórico viene a decirnos que Bush es de "una ignorancia abismal, de una expresión verbal confusa perennemente atraída por la irresistible tentación del puro despropósito", un cowboy que ha confundido el mundo con una manada de bueyes, un robot mal programado que confunde constantemente los mensajes que ha grabado en su interior, un mentiroso compulsivo, corifeo de todos los demás mentirosos que le han aplaudido y servido en los últimos años? ¿Y es este delicado tejedor de parábolas el que emplea palabras que no dejan lugar a la duda cuando define al propietario de la editorial que lo publica en Italia? ¿Y es ese ateo manifiesto, para quien Dios es "el silencio del universo y el hombre el grito que da sentido a ese silencio", el que saca otra vez a escena a Dios con tal de preguntarse qué pensará de Ratzinger? ¿Y quien, militante comunista (tenazmente aún), no duda en gritar que "la izquierda no tiene ni la más mísera idea del mundo en el que vive"? ¿Y quien se arriesga a una acusación de antisemitismo por haber criticado la política del Gobierno de Israel, olvidándose sin más, al sentirse tan airadamente partícipe en las desventuras palestinas, de recordar que no falta quien niegue el derecho a la existencia de Israel? Nadie tiene en cuenta, sin embargo, que cuando habla de Israel Saramago está pensando en Yahvé, "dios rencoroso y feroz", y en tal sentido no resulta más antisemita que anticristiano, dado que para cada religión intenta arreglar sus propias cuentas con Dios -que se llame como se llame en los distintos idiomas, le cae rematadamente mal-. Y que a uno le caiga mal Dios es sin duda motivo de ira furibunda contra todos aquellos que de él se sirven como escudo.

Si tuviera siempre en cuenta los pros y los contras, Saramago sabría también que hay maneras y maneras incluso en la invectiva. Cito (de memoria) a Borges que citaba (de memoria tal vez) al doctor Johnson que citaba el caso de un fulano que insultaba de esta manera a su adversario: "Señor, vuestra esposa, con el pretexto de que regenta un burdel, vende telas de contrabando". Saramago, por el contrario, no se anda con tantos cumplidos, es decir, dejándose de rodeos, en su actividad de comentarista cotidiano de la realidad que le circunda se toma la revancha de toda la vaguedad oblicua de sus fabulaciones.

Se ha hablado del ateísmo militante de Saramago. En efecto, sus polémicas no se dirigen contra Dios: una vez admitido que su "eternidad es sólo la de un eterno no ser", Saramago podría haberse quedado tranquilo. Su hastío se dirige contra las religiones (y por esa razón le atacan desde distintos frentes: negar a Dios es algo que se le concede a todo el mundo, polemizar con las religiones pone en discusión las estructuras sociales). En una ocasión, estimulado por una de las intervenciones antirreligiosas de Saramago, reflexioné sobre la célebre definición marxista según la cual la religión es el opio del pueblo. ¿Sería verdad que todas las religiones poseen esa virtus adormecedora? Saramago ha azotado a las religiones como germen de conflictos: "Las religiones, todas sin excepción, no servirán nunca para acercar y reconciliar a los hombres; todo lo contrario, han sido y siguen siendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de una monstruosa violencia física y espiritual que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la mísera historia humana" (La Repubblica, 20 de septiembre de 2001).

Saramago concluía en otra parte que "si todos fuéramos ateos, viviríamos en una sociedad más pacífica". No estoy seguro de que tenga razón, y parece como si indirectamente le hubiera contestado el papa Ratzinger en su encíclica Spe salvi, donde decía que es el ateísmo de los siglos XIX y XX el que ha provocado que "de tales premisas se hayan derivado las mayores crueldades y violaciones de la justicia".

Tal vez estuviera pensando Ratzinger en gente descreída como Lenin y Stalin, pero se olvidaba de que en las banderas nazis aparecía escrito Gott mit uns (que significa "Dios está con nosotros"), que falanges de capellanes militares bendecían los gallardetes fascistas, que se inspiraba en principios religiosísimos y se apoyaba en los Guerrilleros de Cristo Rey un culpable de tantas masacres como Francisco Franco, que religiosísimos eran los vendeanos en su lucha contra los republicanos, que católicos y protestantes se han masacrado alegremente durante años y años, que tanto los cruzados como sus enemigos estaban impulsados por motivos religiosos, que por razones religiosas se han encendido muchas hogueras, que religiosísimos son los fundamentalistas musulmanes, los terroristas de las Torres Gemelas, Osama y los talibanes, que son razones religiosas las que oponen a la India y Pakistán, y, para terminar, que fue al grito de God bless America como Bush invadió Irak.

Por todo ello se me ocurre la reflexión de que si tal vez la religión en ocasiones es o ha sido el opio del pueblo, más a menudo ha sido su cocaína. Creo que ésa es también la opinión de Saramago.

Escribo este prólogo porque creo tener una experiencia en común con el amigo Saramago, que es la de escribir libros (por un lado) y tener a mi cargo (por otro) una columna de crítica de costumbres en un semanario. Al ser este segundo tipo de escritura más claro y divulgativo que el primero, son muchos quienes me preguntan si lo que hago es trasvasar a esas breves piezas periodísticas reflexiones más ampliamente desarrolladas en los libros mayores. Qué va, contesto, es la reacción irritada, el impulso que lleva a la sátira, la estocada crítica escrita al hilo de la actualidad lo que proporciona más adelante el material para una reflexión ensayística o narrativa más extensa. Es la escritura cotidiana la que inspira las obras de mayor empeño, y no al contrario.

Y por eso yo diría que en sus breves escritos Saramago sigue alimentando su experiencia del mundo tal como desgraciadamente es, para revisarlo posteriormente con más serena distancia sub specie de moralidad poética. Y además, ¿realmente se muestra siempre tan airado este maestro de la filípica y de la catilinaria? Me da la impresión de que junto a la gente a la que odia está también la gente a la que ama, y así hallamos piezas afectuosas dedicadas a Pessoa (no es uno portugués en vano), o a Amado, a Fuentes, a Federico Mayor, a Chico Buarque de Hollanda, que nos demuestran lo poco envidioso que es este escritor y cómo sabe trazar de todos ellos delicadas y tiernas miniaturas.

Por no hablar de cuando el análisis de la actualidad roza temas (y aquí estamos de vuelta a los mayores asuntos de su narrativa) como los grandes problemas metafísicos, la realidad y la apariencia, la naturaleza de la esperanza, cómo son las cosas cuando no las estamos mirando. Y vuelve a escena el Saramago filósofo-narrador, ya no irritado sino meditabundo, e inseguro. Con todo, no nos disgusta tampoco cuando se enfurece. Resulta de lo más simpático.
Umberto Eco

FUENTES UTILIZADAS
Para la realización de esta entrada se han utilizado, entre otras, las siguientes fuentes: EFE. Umberto Eco en imágenes. Cultura. El País. Eco, Umberto. Un "bloguero" llamado Saramago.
Las imágenes o vídeos que la acompañan se utilizan solo con fines educativos y el © de las fotografías y el © de los vídeos pertenecen a sus autores.
Eco y Saramago conversan en el Monasterio de Yuste, 
donde recibieron la medalla de oro de la Academia Europea de Yuste, en 1998

21 mayo 2024

LAS COLUMNAS LITERARIAS

PERIODISMO LITERARIO
El periodismo tiene sus raíces en la antigua Roma y Grecia, donde las Acta diurna o actas diarias eran utilizadas para informar a los ciudadanos sobre eventos sociales, políticos y culturales. 
Sin embargo, las formas modernas de periodismo no surgen hasta la invención de la imprenta en el siglo XV, las Gacetas de origen francés en el siglo XVIII, la aparición en Inglaterra del primer diario The Daily Courant y el auge de la prensa escrita en el siglo XIX.
En la actualidad se ha incorporado al fenómeno de la prensa el periodismo digital y la influencia de las redes sociales. 
Hoy en día se considera la crisis de la prensa escrita en formato papel como algo irreversible. 
Numerosos escritores han optado por el periodismo como una segunda profesión, por ejemplo, Baudelaire, Balzac, Dickens, Edgar Allan Poe, Walt Whitman, William Faulkner, Truman Capote, Charles Bukowski, Stephen King, Albert Camus, Fernando Pessoa, Umberto Eco, Vargas Llosa, Alfonsina Storni, Elena Poniatowska, García Márquez, Carlos Fuentes...
Albert Camus

Es frecuente que estos escritores reflexionen sobre esta circunstancia como, por ejemplo, Hemingway.
Según comenta el escritor y periodista Leonardo Padura, Hemingway creía que la labor periodística entraña una atención y ocupa un espacio mental tan avasallante en el creador que su cultivo sistemático puede llegar a convertirse en una rémora para la creación puramente literaria.
Para Hemingway "(…)El periodismo, después que se llega a cierto punto, puede llegar a ser una autodestrucción cotidiana para un escritor creador serio."
Ernest Hemingway
En España, podemos citar a numerosos escritores que también practicaron el periodismo, entre ellos Bécquer, Clarín, Galdós, Emilia Pardo Bazán, Manuel Vázquez Montalbán, Elvira Lindo, Manuel Vicent, Pérez Reverte, Almudena Grandes...
Sin olvidarnos de Larra y Mesonero Romanos que fueron los creadores del artículo literario de costumbres.

Honoré de Balzac, escritor prolífico y habitual colaborador de la prensa francesa de la primera mitad del siglo XIX,  fue director y propietario de las revistas La Chronique de Paris y La Revue Parisienne y tiene dos obras dedicadas al tema: la novela Las ilusiones perdidas y el ensayo Monografía de la prensa parisina. Los periodistas que siguen estando vigentes  porque tratan el tema de la credibilidad de la prensa y el oficio de periodista.

LA RELACIÓN ENTRE EL PERIODISMO Y  LA LITERATURA
Gabriel García Márquez
Desde el siglo XIX los periódicos contratan a escritores ya consagrados como columnistas o articulistas.
Generalmente suelen ser prosistas reconocidos que se supone que aportan prestigio y nuevos lectores a dichos periódicos.
Los escritores reciben a cambio unos ingresos regulares y la posibilidad de acercar su trabajo cotidiano a un público más extenso.
Estas colaboraciones, en forma de columnas, artículos, crónicas o reportajes gozan del prestigio social asociado a la cultura, la literatura y el arte.

No obstante hay que recordar que según García Posada, "Conviene dejar sentado que no toda columna, ni crónica ni artículo, es literatura. La columna, el artículo literario, es un producto específico del escritor de periódicos, que no es un periodista." (García Posada, 2003, p. 62).


CARACTERÍSTICAS DEL COLUMNISMO
Stephen King

Si tuviésemos que describir los rasgos fundamentales del columnismo o articulismo literario, tendríamos que señalar en primer lugar que en todos los casos la columna es un texto relativamente corto, o por lo menos siempre del mismo tamaño. 
El lector sabe dónde encontrarlo y cuánto tiempo le va a llevar leerlo. 
Además, normalmente es un género libre en su temática, ya que puede abarcar prácticamente todos los campos.
Así, habitualmente, el único límite en la columna es el espacio determinado de manera sistemática y regular pues tiene un número fijo de líneas o una cantidad obligada de palabras o caracteres.
¿CÓMO ES UN COLUMNISTA?
1º.- Firma  la columna
2º.- Tiene una sección fija
3º.- Hay una continuidad en el tiempo
5º.- Relevancia tipográfica 
6º.- Extensión similar
7º.- Libertad temática y formal
8º.- Relación estrecha con la audiencia

Según Perlado, el columnista:
"Se reconoce, entre otras cosas, por estas seis características: la firma, la sección fija dentro del periódico, la asiduidad –es decir, el rasgo de frecuencia o continuidad en el tiempo–, la relevancia tipográfica junto a la extensión similar y por último la libertad temática y formal […]. Hay que añadir la relación estrecha entre el columnista y su audiencia, relación que lleva a una identificación entre los dos, a una conexión entre ambos que se presenta íntima y confiada." (Perlado, 2007, p. 83).

Jorge Fernández Díez considera que "Los autores al atarse semanalmente a una columna se han transformado sin quererlo en ensayistas de hecho y derecho."

LA CRISIS DE LA PRENSA ESCRITA
Martin Baron director del Washington Post

Según Martin Baron, el influyente director del periódico The Washington Post la prensa escrita en formato papel no tiene futuro. "Los periódicos en papel no van a sobrevivir. Vivimos en un mundo digital dominado por el teléfono móvil. La gente lee las noticias mientras camina por la calle, mientras espera el autobús, mientras hace cola en el supermercado... La mayoría de ciudadanos, y especialmente los jóvenes, recibe la información de manera digital y a través de la redes sociales. Esa es la realidad, y tenemos que vivir en la realidad. Obviamente los periódicos existirán por un tiempo, pero lo cierto es no hay muchas evidencias de que el papel vaya a ser el futuro. Y sin embargo, sí que hay muchas evidencias de que el papel puede no ser el futuro. Ha llegado el momento de reconocer que nuestro sector está cambiando a fondo y rápidamente. Tenemos que lidiar con esa realidad".
Se plantea el reto para los lectores de información digital de distinguir las noticias verdaderas entre las fake news, los bulos, las imágenes retocadas y las teorías conspiranoicas difundidas por las redes sociales y la Inteligencia Artificial.
FUENTES UTILIZADAS
Para la realización de esta entrada, se han utilizado entre otras, las siguentes fuentes:
Alonso Valero, E. Los artículos literarios de Muñoz Molina. Cuadernos hispanoamericanos. 01/07/2017. Perlado, José Julio. El artículo literario y periodístico. Paisajes y personajes. Ediciones Internacionales Universitarias (Eiunsa), Madrid, 2007, 324 pp. Fernández Díaz, Jorge. El articulismo, género crucial del pensamiento y la literatura. (Discurso de Recepción de la Academia Argentina de las Letras) Revista Zenda. Autores, libros y compañía. 18/05/2017.
Barroso, Miguel Ángel. Columnistas: Plumas que crean opinión pública. ABC Cultural. 17/11/2019. Padura, Leonardo. Entre el periodismo y literatura. BBC News Mundo. 11/09/2014. García Posada, Miguel Ángel. El columnismo como género literario, en Salvador Montesa ed. Literatura y periodismo: la prensa como espacio creativo: [Congreso de Literatura Española Contemporánea (16º. 2002. Málaga)] / Salvador Montesa Peydró (dir. congr.), 2003, ISBN 84-921919-5-3, págs. 61-76.

15 mayo 2024

UMBERTO ECO. ELOGIO DEL RESUMEN


UMBERTO ECO
Umberto Eco fue un escritor italiano, conocido por sus novelas históricas, entre las que destacan El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault.
Pero además, Eco es muy conocido como pensador por sus ensayos y teorías como filósofo, crítico y profesor de estética y semiótica.
Fue columnista en numerosas publicaciones y periódicos como Il Corriere Della Sera, L’Espresso y La Repubblica.
Sus columnas periodísticas, sus artículos de divulgación y sus ensayos son un buen ejemplo de la utilización de la creación literaria como vehículo para la expresión de las ideas.
Junto a la investigación teórica y al trabajo académico, Eco siguió toda su vida con su actividad periodística.
No cabe duda de que Umberto Eco representa un fenómeno cultural que va más allá de la simple dimensión biográfica de un estudioso humanista.

 ELOGIO DEL RESUMEN
Aquí puedes leer un fragmento del artículo de Umberto Eco titulado Elogio del resumen:

"El resumen tiene dos funciones, una para quien lo hace y otra para quien lo lee. Pienso que hacerlo es mucho más importante que leerlo. El arte del resumen es importante y utilísimo, y se aprende haciendo muchos resúmenes. Hacer resúmenes enseña a condensar las ideas. En otras palabras, enseña a escribir. Al terminar la universidad seguí un curso en la televisión para telecronistas y nuestro adiestrador, Pier Emilio Gennatini, nos ponía frente a una pantalla en la que transcurría un trozo de noticiario, mudo. En las manos teníamos el texto correspondiente de una agencia de noticias. Como primer ejercicio, suponiendo que el trozo fuese de dos minutos, debíamos escribir un resumen de la noticia que durara un minuto y medio. Ya el segundo ejercicio consistía en decir las mismas cosas en un minuto. Y en la tercera prueba no podíamos ir más allá del medio minuto. Algo se perdía, naturalmente, pero el arte del resumen consiste también en eso, en saber qué cosa se puede pasar por alto; y en reconocer que algo que se dice en medio minuto no es por cierto lo que se ha dicho en dos minutos, por lo cual es necesario decidir que es verdaderamente importante y central. Otro ejercicio que me sirvió mucho consistía, por los años cincuenta, en escribir muchas y brevísimas fichas bibliográficas para la “Revista de Estética”. Hice centenares de ellas. Fue una experiencia que todavía hoy me sirve, incluso en este momento en el que se me pide que escriba una reflexión sobre el resumen en el espacio de dos cuartillas. Sobre el argumento se podría escribir un libro. Pero se requiere escoger. 
Un tipo especial de resumen es el resumen de una novela. Claro está que no se puede resumir toda la trama. Escoger no significa solamente seleccionar los hechos, sino también pronunciar implícitamente un juicio crítico. Por lo tanto, el resumen de una novela no es nunca un caso de simple información, es un acto crítico. Una vez, Francis Fergusson dijo que el resumen de “Edipo Rey” era: “Busquen al culpable”. No está mal, se sobreentiende hasta la interpretación freudiana. De ello se deduce, para el lector de resúmenes, que el resumen de una novela no servirá jamás para saber algo sobre la novela, sino para saber algo sobre el crítico que la resume. Aunque a veces un buen resumen pueda decir más de una novela que lo que dice un libro de doscientas páginas. Depende. Trataré de dar ejemplos de algunos resúmenes posibles del “Ulises” de Joyce. El primero es el que aparece, en diez y seis líneas mecanográficas, como se había solicitado, entre las muestras que siguen a este artículo. Me he puesto el problema de decirle a alguien que no lo sepa, en qué sentido el “Ulises” es una novela sin detenerme solamente en la trama porque el “Ulises” es una novela en la cual la trama es en gran parte pretexto. Pero hubiera podido hacer un resumen del todo, diverso, con fines no didácticos. Por ejemplo: “Salido a la metafísica búsqueda de un hijo, judío dublines sensual y enredador, mete un amante en la cama de su insatisfecha mujer”. O en cambio: “La vida cotidiana de Dublín, ciudad universo, vista en parte desde afuera y en parte desde adentro a través de la cabeza de tres personas”. O este otro: “El mito homérico revisitado en clave pequeño burguesa, o bien nuestra épica no puede estar sino de chaqué y sombrero hongo, y no sabemos quién nos espera en Itaca”. Último: “Un joven que filosofea, un hombre que quisiera hacer el amor, una mujer que lo hará, pero mientras ellos piensan, quien de veras hace el amor es el lenguaje”. Todos letreritos de cartel de película con bolas y estrellas que, sin embargo, contienen una interpretación, una indicación de lectura, ajenas a toda charla."

ECO, Umberto, Elogio del resumen, en Quimera, nº 51, pp. 13-15

ALGUNAS PAUTAS PARA HACER EL RESUMEN DE UN TEXTO 

EN LA PRUEBA OS PARECERÁ EL SIGUIENTE ENUNCIADO: 
1) Resuma brevemente el texto (alrededor de 5 líneas de extensión) [2 puntos] 

Se espera que realicéis un resumen conciso del texto en el que se recogerán todas las ideas esenciales.
Se desecharán las argumentaciones secundarias, las reiteraciones, las ejemplificaciones, etc.
No se debe admitir el estilo telegráfico.
Tampoco se debe aceptar una paráfrasis del texto que venga a resultar tan extensa como éste.
Hay que destacar las ideas importantes del texto y, si la hubiera, la tesis u opinión del autor.
Y hay que redactar enunciados coherentes, cohesionados. 

EN DEFINITIVA:
 Lee con atención el texto antes de contestar.
Identifica el tema.
Busca las palabras clave, las ideas principales.
Usa el subrayado o el esquema como técnicas de trabajo; por ejemplo, en cada párrafo subraya la idea principal. 

 Claridad, brevedad, concisión (no más de cinco líneas). Desecha la información secundaria (los ejemplos, las anécdotas...).
No divagues, evita fórmulas introductorias. Ve al grano. Por ejemplo, escribe una idea principal por cada párrafo, y solo una, y dale forma en una única frase. 

 Resumir es descomponer el texto para reconstruirlo con tus palabras.
Mejor no utilices frases literales del texto, sino expresiones de elaboración propia.
Se trata de condensar selectivamente el contenido, eligiendo lo principal e hilvanando lógicamente tus palabras. 

 Objetividad. No opines, no se trata de eso. No hagas valoraciones de lo que el texto dice. 

 Exactitud, lo que digas debe ser fiable y responder a lo que dice el texto.
No pongas cosas que el texto no dice.
No escribas ambigüedades.
Resume todo el texto, no solo una parte. 

 Redacta bien, con coherencia y cohesión, evitando repeticiones, incorrecciones, muletillas propias del lenguaje coloquial...
No uses llaves, apartados, asteriscos.

El resumen debe ser un texto expositivo, no un esquema.
Debes demostrar asimilación personal del texto y que sabes expresarte con claridad, usando un lenguaje rico y variado, subordinando unas ideas a otras, usando enlaces y conectores, redactando sin faltas de ortografía. 


FUENTES UTILIZADAS
Para la realización de esta entrada se han utilizado, entre otras las siguientes fuentes: Eco, Umberto. Elogio del resumen. Páginas 24, 25, 26. Libros & Artes.
ECO, Umberto, Elogio del resumen, Revista Quimera, nº 51, pp. 13-15. Barcelona. España. 1985. VVAA Tonos Digital Revista electrónica de estudios filológicos. nº III. marzo 2002. Proni, Giampaolo. El intelectual global. Una biografía intelectual de Umberto Eco: desde su licenciatura hasta “Il nome della rosa” (1954-1980) Politécnico de Milán.