JOSÉ ZORRILLA
Poeta y dramaturgo español, nació el 21 de febrero de 1817 en Valladolid.
Es uno de los principales representantes del Romanticismo español.
Cursó estudios en las universidades de Toledo y Valladolid. Se dio a conocer en el entierro de Mariano José de Larra donde leyó como homenaje: A la memoria del joven literato don Mariano José Larra.
Esta lectura le dio gran popularidad.
A pesar de gozar del éxito, no consiguió salir de la ruina por su afición a gastar y derrochar.
Fue nombrado miembro de la Real Academia Española, cuando contaba contaba 31 años de edad y leyó su discursó de investidura en verso.
En el año 1850 viaja a Francia y en 1855 a México.
En México fue nombrado director del Teatro Nacional por el emperador Maximiliano.
Cuando regresó a España, en 1866, comprobó que pese a la extraordinaria fama de su obra no podía cobrar derechos de autor.
Vivió en la pobreza hasta que recibió una pensión del Gobierno.
En el año 1889 fue coronado como poeta laureado de España en Granada por el duque de Rivas en presencia de la reina regente Isabel II.
Falleció en Madrid el 23 de enero de 1893.
OBRAS DE ZORRILLA
Fue el autor de Cantos del trovador, del poema Granada, de las obras teatrales El zapatero y el rey, Don Juan Tenorio, Traidor, inconfeso y mártir, El puñal del godo.
EL 1 DE NOVIEMBRE Y DON JUAN TENORIO
Don Juan Tenorio es quizá la única pieza dramática conocida por todos los españoles, suele reponerse tradicionalmente todos los años el 1º de noviembre.
ESCENA XII (PRIMERA PARTE - ACTO I)
FRAGMENTO: DON JUAN RELATA SU HISTORIA
DON JUAN
Aquí está don Juan Tenorio,
y no hay hombre para él.
Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba;
y a cualquier empresa abarca
si en oro o valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores;
quien se precie, que le ataje;
Y a ver si hay quien le aventaje
en juego, en lid o en amores.
Esto escribí; y en medio año
que mi presencia gozó
Nápoles, no hay lance extraño,
no hay escándalo ni engaño
en que no me hallara yo.
Por dondequiera que fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado,
ni hubo ocasión ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquel a quien yo maté.
A esto don Juan se arrojó,
y escrito en este papel
está cuanto consiguió,
y lo que él aquí escribió
mantenido está por él.
JOSÉ ZORRILLA
Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba;
y a cualquier empresa abarca
si en oro o valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores;
quien se precie, que le ataje;
Y a ver si hay quien le aventaje
en juego, en lid o en amores.
Esto escribí; y en medio año
que mi presencia gozó
Nápoles, no hay lance extraño,
no hay escándalo ni engaño
en que no me hallara yo.
Por dondequiera que fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado,
ni hubo ocasión ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquel a quien yo maté.
A esto don Juan se arrojó,
y escrito en este papel
está cuanto consiguió,
y lo que él aquí escribió
mantenido está por él.
ESCENA III (PRIMERA PARTE - ACTO IV)
FRAGMENTO: DOÑA INÉS ENAMORADA DE DON JUAN
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad por compasión,
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora
y el amor que negó a Dios.
¿Y que he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan, en poder mío
resistirte no está ya;
yo voy a ti como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.
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JOSÉ ZORRILLA
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