PÁGINAS

25 febrero 2012

FERNANDO PESSOA, CURIOSIDADES


CURIOSIDADES SOBRE FERNANDO PESSOA

EL ARCA DE PESSOA

Pessoa guardó en un arca innumerables páginas que, según un primer recuento, contenía 27,543 documentos.



En 1979 dichos papeles fueron adquiridos por la Fundación Gulbenkian que los entregó en 1982 a la Biblioteca Nacional de Lisboa. 



De ellos sólo una parte han sido públicados. 






Toda la actividad intelectual de Pessoa está reunida en dicha arca: notas de lectura, diarios, horóscopos y trabajos de astrología por la que sentía pasión, textos políticos, listas bibliográficas, correspondencia, poemas, canciones, prosas, obras de teatro, traducciones, en suma: un inventario exhaustivo que aún no termina de hacerse.





UNA FOTO DEDICADA

Esta fotografía (1929) sirvió para reiniciar un segundo período en la relación platónica de Fernando Pessoa con la joven Ophelia Queiroz. 



Pessoa aparece bebiendo un vaso de vino tinto en la vinatería de Abel Ferreira da Fonseca, con unos pequeños toneles de Clarete, Abafado, Moscatel o Ginja detrás. 




Ophelia contaba así la historia:


“Un día mi sobrino Carlos Queiroz trajo a casa la famosa fotografía de Fernando bebiendo vino. 
Llevaba una dedicatoria: “Carlos, éste soy yo, en el bar de Abel, es decir cerca del Paraíso terrenal, por otra parte ya perdido, Fernando, 2/9/1929″. 


Me pareció muy curiosa, desde luego – decía Ophelia -y le dije a mi sobrino que la quería para mí. Carlos se lo dijo y poco después me envió la misma foto con esta dedicatoria:






 “Fernando Pessoa, en flagrante delitro”. 



Le escribí para darle las gracias y me contestó“.




PESSOA Y KAFKA

Eran funcionarios de día y poetas de noche.


El redescubrimiento actual de Pessoa semeja al de Franz Kafka en los años cincuenta del siglo XX.



Ambos dejaron una vasta obra inédita que se conoció en forma póstuma.


Pessoa se transformó rápido en una referencia del Postmodernismo lo mismo que Kafka lo fue del Modernismo.



















Kafka y Pessoa son verdaderos iconos de la cultura universal. 


Desdoblarse siempre ha sido una forma de sortear la realidad amenazadora, una extraña forma de búsqueda de la verdad, una protección contra la muerte, el cautiverio o el poder que nos somete. 



El funcionario poeta es el arquetipo de ese impulso al desdoblamiento, esa especie particular de necesidad de búsqueda de sí mismo del hombre en tiempos especialmente complejos. 


Por eso Kafka y Pessoa aún ejercen en nosotros un raro atractivo 

LA LISBOA DE PESSOA
Da un paseo por la Lisboa antigua de Pessoa con la compañía de la voz de Amália Rodrigues.












21 febrero 2012

FERNANDO PESSOA, EL ORTÓNIMO



Si después de yo morir quisieran escribir mi biografía
no hay nada más sencillo.
Tiene sólo dos fechas
la de mi nacimiento y la de mi muerte.
Entre una y otra todos los días son míos.

(Fernando Pessoa/Alberto Caeiro; Poemas Inconjuntos; Escrito entre 1913-15;
Publicado en Atena nº 5, febrero de 1925.)



FERNANDO PESSOA

Fernando António Nogueira Pessoa nace en Lisboa el 13 de junio de 1888.

Fernando Pessoa, es uno de los mayores poetas y escritores de la lengua portuguesa y de la literatura europea.
Fotografía de Pessoa de niño en Sudáfrica

Perdió a su padre a los cinco años y su madre volvió a casarse con el cónsul portugués en Durban, Sudáfrica, donde Fernando se educó.



La lengua inglesa tuvo gran importancia en su vida, pues Pessoa traducía, trabajaba y pensaba en ese idioma.


La influencia que en él ejercieron autores como Nietzsche, Milton y Shakespeare, lo llevaron a traducir parte de sus obras y a producir los primeros poemas en idioma inglés.



Fotografía de Fernándo Pessoa en su juventud



Tuvo una vida discreta, centrada en el periodismo, la publicidad, el comercio y, principalmente, la literatura, en la que se desdobló en varias personalidades conocidas como heterónimos.


De día Pessoa se ganaba la vida como traductor. Por la noche escribía poesía y preferentemente de pie.



Muy poco se sabe de su vida personal, salvo que salía siempre hacia el mediodía, iba a un café, pedía alcohol y al terminar su bebida se marchaba. 

Mesa de Pessoa en el café Martinho da Arcada 
por RiCArdO JorGe FidALGo

Fernando Pessoa tuvo relaciones con el ocultismo, la astrología y el misticismo, especialmente con la masonería y los Rosacruces.




Crowley y Pessoa juegan al ajedrez en Lisboa, en  1930




El mago inglés Aleister Crowley y Pessoa entraron en correspondencia durante una larga temporada y tuvieron un encuentro en Lisboa. 


Junto con Crowley llegó a a Portugal la maga alemana Miss Jaeger, quien se carteó con el poeta utilizando un pseudónimo ocultista.


Pessoa tradujo algunos poemas de Crowley y le ayudó a fingir su suicido por despecho amoroso. Sin duda la conmoción y la sorpresa fueron grandes cuando Crowley apareció en una exposición de sus pinturas en Berlín semanas después de que Pessoa filtrara en los periódicos locales el rumor de que aquel se había arrojado al mar en un acantilado lisboeta conocido como Boca do Inferno, adornando el hecho con referencias ocultistas y supuestos símbolos trazados por Crowley conocido como la Gran Bestia.



Pero, ante todo, Fernando Pessoa fue un lector empedernido que abordó tempranamente a los autores más difíciles.


El sufrimiento lo acompañó siempre, tanto a un nivel existencial como material. 
En vida no tuvo nada, le falló la carrera, los amores, las relaciones sociales,  la  publicación de su obra...



Publicó un único libro Mensaje, un año antes de su muerte, en 1934. 
Bebió  y fumó en exceso y tenía, sobre todo, el vicio de no terminar nunca nada de lo que empezaba.



Fernando Pessoa  retratado por Manfredi


La figura enigmática en que se convirtió motiva gran parte de los estudios sobre su vida y su obra.

Murió el 30 de noviembre de 1935 por problemas hepáticos a los 47 años, en la misma ciudad en que naciera, dejando una descomunal obra inédita que todavía suscita análisis y controversias.


 Fernando Pessoa encuentra a don Sebastián en un ataúd sobre un burro enjaezado a la andaluza 
pintado por Pomar 1985





UN POEMA DE FERNANDO PESSOA



Autopsicografia

O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
Que chega a fingir que é dor
A dor que deveras sente.


E os que lêem o que escreve,
Na dor lida sentem bem,
Não as duas que ele teve,
Mas só a que eles não têm.

E assim nas calhas da roda
Gira, a entreter a razão,
Esse comboio de corda
Que se chama o coração.


Autopsicografía

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.

Y en el dolor que han leído,
a leer sus lectores vienen,
no los dos que él ha tenido
sino sólo el que no tienen.

Y así en la vía se mete,
distrayendo la razón,
y gira ese tren de juguete
que se llama el corazón.



Ensayo sobre Pessoa por Romeo Niram






SI QUIERES CONOCER MEJOR A PESSOA ESTE DOCUMENTAL TE PUEDE AYUDAR:




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http://pur


































15 febrero 2012

MANUEL VICENT, FERNANDO PESSOA: EL TESORO EN EL ARCA

MANUEL VICENT

FERNANDO PESSOA: EL TESORO EN EL ARCA

En papeles costrosos que guardaba en el bolsillo escribía donde le pillara la inspiración, en los despachos comerciales, al pie de la cazalla en el café, en un banco de la calle, en casa, de noche, de madrugada, siempre, a cualquier hora. 

Antes de destruirse del todo, en la época en que tuvo un alcohol más sosegado, Fernando Pessoa se ganaba la vida como traductor de inglés en algunos despachos comerciales. Con un horario anárquico entraba y salía de las oficinas de Lavado y de Mayer, situadas en la Baixa de Lisboa, y allí tecleaba con una máquina anquilosada la correspondencia mercantil, original y copia, sin hablar con nadie, un oficio que le dejaba tiempo para escribir a lápiz fragmentos de poemas en la misma mesa de trabajo. Hay que imaginarlo con sombrero, pajarita muy rozada, bigote espeso, los lentes ovalados sin montura pinzados en la cepa de la nariz cruzando la Rua da Prata, hecho un dandy ya un poco descalabrado, en dirección al café A Brasileira, donde solía verse con otros escritores y periodistas bohemios, día y noche. Bebía con ellos. Hablaba de proyectos literarios nunca realizados y volvía al trabajo o se iba a la cama. Los camareros sabían los gustos de su hígado. Nada de whisky o de cerveza. Simplemente cazalla, el aguardiente duro que llega más directo al alma de los poetas para calentar sus sueños. En esta época, con 25 años, el café A Brasileira, la del Chiado o la del Rossio, era un eje de humo, que hacía girar una rueda dentada. "Animal, mamífero, placentario, megalómano, con rasgos dipsómanos, poeta, con vocación de escritor satírico, ciudadano universal, filósofo idealista. Soy un degenerado superior". Así se definía cuando estaba muy borracho. 

Desde lo más hondo de la ebriedad el poeta siempre recordaría su infancia en Lisboa como un paraíso lleno de caricias maternales. 

Sin ningún asa donde agarrarse decidió suicidarse lentamente sin dejar nunca de ser un caballero con la bufanda cruzada en el pecho. 

Fernando Pessoa había nacido en Lisboa, en el n.º 4 del Largo de San Carlos, hoy Directorio, el 13 de junio de 1888, vástago de militares y jurisconsultos, mezcla de hidalgos y judíos, todos arruinados como manda la estética. Fue un niño mimado. Desde lo más hondo de la ebriedad el poeta siempre recordaría su infancia en Lisboa como un paraíso lleno de caricias maternales. Requerido igualmente por el amor de algunos virus pasó en la niñez algunos meses en cama y con ello probó también el dulce sabor de estar suavemente enfermo y esperar que venga tu madre a arroparte y darte siempre el beso de buenas noches. Allí en la cama el niño comenzó a hablar con personajes imaginarios que él se inventaba, mientras en la habitación del fondo se oían los gritos de su abuela Dionisia que estaba loca. Aquella dicha duró hasta que a los cinco años murió su padre y el paraíso fue invadido por un extraño. El comandante João Miguel Rosa, cónsul de Portugal en Durban, Natal, contrajo matrimonio por poderes con la viuda y mandó llamar a su esposa e hijastro a Suráfrica, donde el chico fue educado en el high school de esa ciudad e ingresó en la Universidad del Cabo de Buena Esperanza después de ganar a los 15 años el premio Reina Victoria de estilo en lengua inglesa. No tenía amigos. El adolescente Pessoa sólo hablaba con los personajes imaginarios, sus fieles compañeros, que se llevó de Lisboa, fantasmas dotados por él de carne y hueso.
Cuando después de diez años volvió a Portugal de vacaciones con la madre, el padrastro y varias hermanas que habían nacido en Suráfrica, Pessoa se trajo también a cuestas el complejo de Edipo que trató de sacudirse de encima sin llegar a conseguirlo nunca. "Soy un carácter femenino con una inteligencia masculina". La familia regresó a Durban y el joven se quedó en Lisboa a expensas de su tía Ana Luisa. Se matriculó en Filosofía. Entonces devoraba dos libros diarios. Hegel, Kant, Tennyson, Keats, Shelley. Se veía con sus amigos en A Brasileira tres veces al día a cualquier hora. Paseaba. Escribía los primeros poemas simbolistas. Bebía. Daba los consiguientes sablazos y la rueda dentada giraba. En la oficina había conocido a una mecanógrafa llamada Ofelia. Ensayó la forma de enamorase. Le escribía cartas obsesivas y tardó un año en lograr llevarla a pasear a orillas del Tajo, pero allí sentados miraban el curso del agua sin atreverse a rozarse siquiera la yema de los dedos. Cuando la chica, después de tantos suspiros, poemas y cartas, ya entregada, le requirió para casarse, su difusa homosexualidad lo dejó paralizado. "Amémonos tranquilamente, pensando que podríamos / si quisiéramos, cambiar besos y abrazos y caricias, / pero que más vale estar sentados uno junto al otro / oyendo correr el río y viéndolo /". Con el poeta Sa Carneiro, hijo de familia pudiente, imaginó hazañas editoriales. Nada. Mandaba algún poema, algún artículo a las revistas efímeras, El Águila, Renacença, Orpheu, que nacían llenas de entusiasmo y se desvanecían al tercer número. Mientras tanto, en papeles costrosos que guardaba en el bolsillo seguía escribiendo donde le pillara la inspiración, durante el trabajo en los despachos comerciales, al pie de la cazalla en el café, en un banco de la calle, en casa, de noche, de madrugada, siempre, a cualquier hora. Luego metía esos papeles en un arca forrada de terciopelo raído como el náufrago que arroja una botella al mar. 


Pessoa había llamado en su ayuda a unos seres imaginarios, herederos de aquellos con los que él hablaba a solas en la infancia. Han sido llamados heterónimos. Se expresaría a través de ellos para enmascararse, como había utilizado el inglés de sus primeros poemas para atacar desde la anarquía juvenil todas las instituciones, la religión, el matrimonio y la patria. Alberto Caeiro sería el panteísta, el poeta de la naturaleza. Ricardo Reis haría de portador de todos los valores paganos, un contemplativo horaciano que veía pasar la vida con una elegante serenidad sabiendo que al final todo se disuelve en la nada. Álvaro de Campos sería el filósofo existencialista, a veces metafísico, destructivo y libre. En medio de estas tres proyecciones de su alma, a veces Pessoa asomaba la propia cabeza. Bebía y la volvía a amagar. Nunca abandonó Lisboa. Un viaje a Cascais en tranvía o a Sintra en un chevrolet imaginario donde recibió en el camino el beso volado de una niña que creía que era un príncipe el que pasaba. 


Un buen día recibió la noticia de que su padrastro había muerto en Durban. El joven sintió que un grajo levantaba vuelo desde su nuca. Luego llegó a Lisboa la madre, convertida en una anciana de 58 años. En ese momento creyó de nuevo estar a salvo. Su madre y el poeta amigo Sa Carneiro eran las únicas fuerzas que aún le permitían reconocerse borracho en el espejo. Pero llegó el momento en que su madre murió y Sa Carneiro, que había huido a París, a los 26 años se pegó un tiro en la habitación del hotel. Sin ningún asa donde agarrarse Fernando Pessoa decidió suicidarse lentamente sin dejar nunca de ser un caballero con la bufanda cruzada en el pecho. Ni siquiera tenía hogar propio, siempre a merced de familiares o de fondas con olor a hervido de coliflor. Abandonó las tertulias con sus compañeros bohemios en la Brasileira, aunque siempre había alguien que le metía unos reales en el bolsillo del abrigo para una sopa caliente, pero al final sólo se alimentaba de cazalla. El café Martinho d'Arcade, bajo los soportales de la plaza del Comercio, era su nuevo abrevadero. Allí bebía ya en soledad mientras el arca de casa se iba llenando de papeles. Cuando soñaba aún con publicar su obra, proyecto siempre fracasado, en octubre de 1935 sufrió un cólico hepático. Le llevaron al hospital de San Luís de los Franceses. Entró en coma. El 30 de noviembre en un momento de lucidez dijo a la enfermera: "Dadme las gafas". Fueron sus últimas palabras.
Pasados algunos años, cuando ya había sido olvidado, alguien abrió el arca forrada de terciopelo y encontró el tesoro. En ese arca dormía uno de los más grandes poetas de la literatura universal, el anárquico, proteico, profundo, agnóstico, ocultista, metafísico, existencialista Fernando Pessoa. 

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Un saludo,



REPORTAJE: DAGUERROTIPOS 
Fernando Pessoa: el tesoro en el arca
MANUEL VICENT 14/06/2008 








14 febrero 2012

ALBERTO CAEIRO, SOY UN GUARDADOR DE REBAÑOS


SOY UN GUARDADOR DE REBAÑOS (IX)

Soy un guardador de rebaños.
El rebaño es mis pensamientos
y todos mis pensamientos son sensaciones.
Pienso con los ojos y con los oídos
y con las manos y los pies
y con la nariz y la boca.


Pensar una flor es verla y olerla
y comerse una fruta es conocer su sentido.

Por eso cuando, en un día de calor,
me siento triste de disfrutarlo tanto,
y me acuesto estirado en la hierba,
y cierro los ojos calientes,
siento a todo mi cuerpo acostado en la realidad,
sé de verdad y soy feliz.


Alberto Caeiro
                              (Heterónimo de Fernando Pessoa)



SOU UM GUARDADOR DE REBANHOS (IX)

Sou um guardador de rebanhos
O rebanho é os meus pensamentos
E os meus pensamentos são todos sensações.
Penso com os olhos e com os ouvidos
E com as mãos e os pés
E com o nariz e a boca.

Pensar uma flor é vê-la e cheirá-la
E comer um fruto é saber-lhe o sentido.

Por isso quando num dia de calor
Me sinto triste de gozá-lo tanto.
E me deito ao comprido na erva,
E fecho os olhos quentes,
Sinto todo o meu corpo deitado na realidade,
Sei a verdade e sou feliz.

Alberto Caeiro


















12 febrero 2012

FIÓDOR DOSTOYEVSKI, EL JUGADOR



Retrato de Dostoyevski por W. Perow




FIÓDOR DOSTOYEVSKI


Fiódor fue el segundo de los siete hijos nacidos del matrimonio de Mijaíl Dostoyevski y su esposa María Fiódorovna. 
Un padre autoritario, médico del hospital para pobres Mariinski en Moscú, y una madre cariñosa y protectora que murió joven,  marcaron el ambiente familiar en la infancia de Dostoyevski.

Estudió en la Academia de Ingeniería Militar de San Petersburgo, en donde se licenció como subteniente, pasando a trabajar, en esa misma ciudad, en la Dirección General de Ingenieros.
Tras la muerte violenta de su padre, lo que le permitió heredar unas rentas, abandonó el trabajo para dedicarse a la escritura. 

El zar Nicolás I

Militó en un grupo que conspiró contra el Zar Nicolás I, lo que le valió una condena a muerte, que fue conmutada por cinco años de trabajos en Siberia, y otros tantos como soldado raso en el ejército. 

El zar Nicolás II, la zarina Alexandra y sus hijos

Amnistiado por Nicolás II, dejó el ejército y fundó la revista Vremya, y colaboró con El Mundo Ruso
Viajó por varios países europeos y dos años después de su regreso, volvió a Europa, esta vez huyendo de sus acreedores, por deudas contraídas en el juego. 
El éxito de una de sus novelas publicadas con anterioridad, le permitió volver a Rusia y comprar una casa en Staraya Russa, en donde viviría con su familia continuando con su labor creativa. 

Casa-Museo de Dostoyevski en Staraya Russa

Murió como consecuencia de la epilepsia, que se le había manifestado  a los nueve años, y que le acompañaría toda su vida.
SI TE INTERESA SABER MÁS DE DOSTOYEVSKY, AQUÍ TIENES UN VÍDEO SOBRE SU VIDA: 


LA OBRA DE DOSTOYEVSKI

Fiódor Dostoyevski tiene una obra muy extensa, entre la que destacan:
Pobres gentes (1846)
El doble (1846)
Memorias de la casa de los muertos (1861-1862)
Notas de invierno sobre impresiones de verano (1863)
Memorias del subsuelo (1864)
El jugador (1866)
Crimen y castigo (1866)
Los endemoniados (1871-1872)
Los hermanos Karamazov (1879-1880)
El idiota (1868-1869)

Aunque Crimen y castigo es su obra más popular, se considera que su mejor libro es Los hermanos Karamazov, síntesis de las preocupaciones éticas y religiosas que aparecen a lo largo de su novelística. 
Plantea, en una trama dramática de gran intensidad, problemas éticos insolubles que él mismo vivió dolorosamente a lo largo de su atormentada existencia. 
El tema principal es uno de los ejes de la obra del autor: la moralidad de los actos humanos y, en concreto, del crimen enfocado en su aspecto moral como delito y en el religioso como pecado, las dos grandes obsesiones de Dostoievski. 
Los hermanos Karamázov ha tenido una gran influencia sobre algunos de los mayores escritores y filósofos que le siguieron, particularmente Freud y Kafka.

EL JUGADOR

El jugador  es una novela corta largamente pensada por Dostoyevski y escrita en sólo un mes, dictándola a una joven secretaria, Anna Grigórievna, con la que luego se casaría. 
Su esposa Ana y sus dos hijos

ARGUMENTO DE EL JUGADOR


La historia transcurre en  Rulettenbourg que es el nombre que recibe en la novela la ciudad de Wiesbaden.
Entre los numerosos visitantes que acuden a esta ciudad, está el joven Alexéi Ivánovich que acompaña como instructor a la familia del general Zagorianski.

Esta arruinada familia aguarda con impaciencia la próxima muerte de la abuela Antonida, una rica aristócrata rusa de la que todos esperan heredar.
Pero la anciana repentinamente llega a Rulettenbourg y, ante la sorpresa de todos, muestra una buena salud y un carácter indomable que la llevará a probar su suerte en la ruleta...
El protagonista, Alexéi, se verá enredado en esta angustiosa pugna por conseguir dinero y acabará encontrando su destino en el juego.


Dostoyevski hace en El jugador un estudio detallado y realista de la pasión por el juego y del alma rusa, a la vez que  nos describe  las miserias morales de un pequeño grupo de aristócratas rusos.

Para el autor, las clases sociales son imposibles de cambiar, el carácter personal nos determina, los individuos son empujados por las circunstancias y el azar tiene una importancia decisiva en la vida de las personas.


En este enlace se puede leer la novela completa El jugador de Dostoyevski:

http://www.ciudadseva.com/textos/novela/jugador.htm



DOSTOYEVSKI Y SÁBATO

Ernesto Sábato hizo suya la frase de su maestro Fiódor Dostoyevski:

 “Somos culpables de todo y por todos”.

Retrato de Dostoyevski pintado por Ernesto Sábato



Ernesto Sábato en su obra El túnel nos habla así de la novela rusa:

"—Fíjate que nunca he podido acabar una novela rusa. Son tan trabajosas… Aparecen millares de tipos y al final resulta que no son más que cuatro o cinco. Pero claro, cuando te empiezas a orientar con un señor que se llama Alexandre, luego resulta que se llama Sacha y luego Sachka y luego Sachenka, y de pronto algo grandioso como Alexandre Alexandrovitch Bunine y más tarde es simplemente Alexandre Alexandrovitch. Apenas te has orientado, ya te despistan nuevamente. Es cosa de no acabar: cada personaje parece una familia. No me vas a decir que no es agotador, mismo para ti."

Ernesto Sábato, El túnel, XXV